Miércoles, 18 de noviembre de 2020
Hace mucho tiempo que no escribo. Desde la
última vez que lo hice, mi vida ha cambiado muchísimo. Mi vida ha mejorado
muchísimo. Cuando tenemos una buena época, nos cuesta reconocerlo y nos damos
cuenta de ello cuando han pasado meses de ese momento, pero ahora percibo con
todos mis sentidos y mi alma que me hallo en una época buenísima.
La última vez que escribí, aún estaba
sumergida en la nostalgia que me provocaba saberme lejos de Agnes para siempre
y recordarla me dolía tanto que no podía aguantarlo. Pues ahora todo eso ha
quedado atrás. Es como si alguien hubiese hecho magia conmigo. Realmente sí hay
alguien que ha hecho magia conmigo. Su nombre es Mireia, tiene el pelo largo, ondulado
y dorado, los ojos azules y grandes y una sonrisa luminosa que se contagia a
todo aquél que la mira. Su personalidad es grandísima, arrolladora incluso. Si Agnes
era callada y extrovertida, sobre todo cuando vivía en Cataluña, Mireia es alegre,
extrovertida, divertida. Agnes también lo es, ahora que vive en Galicia lo sé,
pero la Agnes que tuve más tiempo a mi lado fue la que no quería hablar con
nadie, a la que le costaba mucho relacionarse con los demás y no sentía ningún
interés por nada que no se vinculase con Galicia.
Con Mireia estoy viviendo una historia
única y diferente. Me siento tan contenta y tan a gusto con ella que me parece
que el tiempo desaparece cuando estamos juntas. Desde hace dos semanas, estamos
viviendo en el piso que alquilo en Manresa. Hace meses que estoy viviendo aquí,
pero me da la sensación de que llevo una vida en este lugar. Es un piso pequeño
de sesenta metros, con dos habitaciones, un baño, un comedor, una cocina y una diminuta
terraza que tenemos llena de plantas. Es un hogar acogedor y luminoso, algo
pequeño, sí; pero a mí me gusta mucho y,, cuando comencé a habitar aquí, sabía
que viviría momentos maravillosos en este lugar, también en la zona donde se
encuentra mi casa… y no me equivoqué.
Como estamos en una época extraña en la
que es completamente imposible establecer relaciones con los demás y Mireia y
yo deseábamos estar juntas todo el tiempo, decidimos vivir juntas. Ambas podíamos
reconocer que era demasiado pronto para dar ese paso; pero, en este momento de
la Historia, hay que darse prisa con cosas que, en otro tiempo, tendríamos que
llevar con más calma porque no sabemos si el futuro que imaginamos existe y
porque nos ponen tantas restricciones para vivir que no podemos hacer ningún
plan, ni a corto ni a largo plazo. También sabíamos que, viviendo juntas, nos
podríamos conocer mucho mejor y nos permitiría descubrir así si estábamos
hechas la una para la otra. No sólo hemos descubierto que es así, sino también
que nos complementamos profundamente. Cuando miraba a Agnes y a Lúa tratándose,
mirándose, hablándose, sentía mucha envidia de su relación porque se nota a
leguas que están hechas la una para la otra, que se complementan, que no pueden
existir la una sin la otra… y resulta que la vida me ha regalado una relación
así. Sé que no es tan intensa como la de Agnes y Lúa, básicamente porque Mireia
y yo nos conocemos desde hace mucho menos tiempo, pero sí siento que es una
relación que me llena muchísimo, que me hace feliz, que me tiene flotando en
una nube. Lo compartimos prácticamente todo: nuestro amor a la naturaleza y a
los animales, nuestras creencias, nuestras aficiones… La montaña es nuestro
refugio, cuidamos juntas de todos esos animales que habitan en el hogar que
creamos para ellos junto con otras personas, incluso está aprendiendo a
trabajar conmigo en la herboristería de mi hermana, que está creciendo
imparablemente y, extrañamente, cada vez tiene más clientes. Estamos pensando
incluso en abrir otra tienda cerca de donde vivimos… pero eso lo haremos con el
tiempo. Mireia es profesora, pero siente mucha devoción por las terapias
alternativas.
En casa, somos tan libres y felices que
todo me parece lleno de luz. Reímos mucho, compartimos películas, series,
experiencias… y ya conozco a su familia. Su familia me encanta. Es maravilloso conocer
a gente tan tolerante y cariñosa. Me han aceptado enseguida y me tratan como si
llevase muchos años saliendo con Mireia. Los padres de Mireia me parecen
adorables. Son muy catalanes. Tienen mucho acento y un carácter curioso, pero
me gustan mucho. Me hablan en su lengua y a mí no me importa porque yo también
sé hablar catalán, aunque no me expreso tan libremente como cuando hablo en
castellano. No obstante, ahora casi no nos podemos ver por culpa de todas estas
restricciones que tenemos… porque ellos viven en Lleida.
Cuando conocí a Mireia, sentía que algo
nos uniría, que me gustaba mucho, que me atraía profundamente. Al principio, me
atrajo físicamente porque es realmente preciosa. Parece una modelo. Es alta,
delgada, brilla toda ella, tiene un pelo que parece teñido por el sol, unos
ojos que lo miran todo con interés, una risa cristalina que me llena el alma
cuando la oigo y, además, me encanta su carácter. No se enfada prácticamente
nunca y, antes de discutir, siempre me transmite lo que piensa y cómo podemos
solucionar algo que puede llegar a ser un problema para nosotras. Además,
también es vegana y aprendemos a cocinar juntas recetas que ni conocíamos e
incluso nos inventamos siguiendo el patrón de otras muchas que ya sabemos hacer
muy bien.
A mi hermana le encanta Mireia. Dice que
es una persona muy alegre que transmite una energía hermosísima. Me gusta mucho
cuando quedamos las tres y tomamos algo en la casa de mi hermana o en la
nuestra (los bares y cafeterías están cerrados). Mire y yo salimos a correr
juntas por los alrededores de Manresa, por el río, incluso llegamos corriendo a
algunos pueblos que la rodean… y me siento libre corriendo con ella a través
del bosque, del campo y de la misma ciudad. Me siento llena y todos los días, a
todas horas, le doy las gracias a la vida por ofrecerme otra oportunidad para
ser feliz.
Físicamente me he recuperado muchísimo. Cuando
me miro al espejo o en alguna fotografía, no detecto en mí ni la menor huella
de todo lo que sufrí. Me ha crecido bastante el pelo y tengo los mismos rizos castaños
de siempre, mi piel está iluminada por la vida que me llena, mi cuerpo ha recuperado
al fin su forma atlética, sonrío con tanta luz que no me puedo creer que sea
ésa mi sonrisa; que, hace un año, estaba casi muriendo, entre la vida y la
muerte… y ahora me siento tan llena de vida que a veces dormir me supone un
fastidio porque no quiero dejar de vivir, de compartir mis momentos con Mireia,
de disfrutar de ella y de nuestras amigas, de los animales que cuidamos… A
veces me pongo a llorar sin venir a cuento y sé que estoy llorando de felicidad
porque me siento inmensamente feliz.
Cuando hablo con Agnes, noto que el dolor que
me provocaba oír su voz está disminuyendo. Con Agnes me gustaría tener una
buena relación de amistad y por el momento lo estoy consiguiendo. No hablo con
ella todo lo que me gustaría, pero porque ella también tiene una vida muy ajetreada.
Me contó el domingo (cuando la llamé por la mañana) que estaba preparándolo
todo para abrir de nuevo la cafetería, aunque sólo podrá atender comandas para llevar.
Espero y deseo con toda mi alma que todo le vaya bien. La pobre ha sufrido
mucho por culpa de las restricciones que está habiendo y económicamente sí está
teniendo muchas pérdidas, pero sé que todo irá mejorando con el tiempo.
No quiero perder a Agnes porque es una de
las personas más importantes de mi vida y con ella he vivido momentos
maravillosos que nunca podré olvidar, pero a veces todavía me duele pensar que
le fallé. No lloro por ella ya. Lo único que siento cuando la recuerdo es arrepentimiento
porque no me comporté con ella como lo tendría que haber hecho la persona que
más la amaba. Fui injusta con ella negándome a entender su dolor y a ayudarla a
volver a Galicia. En Ourense estaba la cura a su enfermedad y yo me negaba a
reconocerlo porque prefería pensar que era mucho más importante mi vida y lo
que yo deseaba. Fui muy egoísta e injusta con ella. La veía sufrir, y no hacía
nada para remediarlo; mas sé que no merece la pena pensar en todo eso porque ya
no hay remedio.
No tengo mucho tiempo para escribir, pero
no quería que pasasen más días sin reflejar en mi diario todo lo bueno que
tengo ahora. Cuando disponga de más tiempo libre, entonces volveré a escribir
para dar más nociones de cómo me va todo; aunque creo que lo básico lo
expliqué. Espero que la situación epidemiológica mejore y podamos tener más libertad
para movernos y hacer viajes. Me apetece mucho viajar con Mireia e incluso ella
me reconoció que le gustaría conocer a Agnes. Sabe que ya no me duele hablar
con ella y eso la calma mucho. Yo le dije, cuando empezamos a salir, que
todavía amaba a Agnes y que me costaba no ponerme a llorar cuando la oía
hablar; pero todo eso ha quedado atrás. Yo creo que Mire ha hecho magia
conmigo. Estoy convencidísima de ello. Mi alma está renovada y sin heridas. No hay
cicatrices ni tampoco traumas. Estoy tan limpia de todo que creo que no soy la
misma persona, que la Artemisa que sufrió tanto ha quedado atrás para siempre y
que la que está ahora aquí, en este presente, es una nueva versión de mí misma
que ojalá pudiese vivir para siempre.
También me gustaría vivir en León, pero sé
que ahora no es el momento de trasladarme a mi tierra. A Mireia también le
parece bien que nos mudemos algún día allí al lugar donde nací. Le gusta mucho
esa ciudad, pero ahora nos toca disfrutar de Manresa y de todo lo que tenemos
aquí, que de veras es mucho más de lo que podía esperar.
Mi hermana también está muy feliz con
Gabriel. Me gustaría que se casasen, pero lo harán cuando pase todo esto.
Gabriel es un hombre muy bueno y comprensivo que siempre está dispuesto a
ayudar a todo aquél que lo necesite. Me alegro muchísimo de que mi hermana haya
encontrado al fin alguien con quien se entiende de verdad.
Agnes se alegró de veras por mí cuando le conté
que estaba saliendo con Mireia, pero noté que se hacía un silencio extraño
entre las dos. Ese silencio me confesó que ambas sentíamos pena al saber que
definitivamente nuestra historia de amor ha quedado atrás. Agnes está completa
e irrevocablemente enamorada de Lúa, pero eso no quita que de vez en cuando
podamos sentir algo de nostalgia por lo que vivimos. Eso es señal de que, pese
a todos los obstáculos que tuvimos, la nuestra fue una historia de amor preciosa.
Espero que esta época tan bonita dure, si
no para siempre, al menos durante un tiempo que no se pueda contar. Pienso que
la vida es una sucesión de etapas buenas y otras malas que se complementan. Es necesario
que a veces lo pasemos realmente mal para apreciar la felicidad y la dicha
cuando llenan nuestra existencia. Eso es precisamente el equilibrio de la vida.
Hacía muchísimo que no leía una entrada de Artemisa tan positiva y bonita. Algunas entradas empezaban muy bien, narrando su felicidad, pero poco a poco se tornaban oscuras cuando hablaba de Agnes. Esta entrada es definitivamente un punto y a parte en su vida y su relación con Agnes. Me encanta Mireia. Por todo lo que cuenta, es una persona positiva, alegre y que suma, nunca resta. De esas personas que transmiten vibraciones que eliminan las malas ondas que te rodean. Artemisa merecía ser feliz, y creo que por fin, ha alcanzado esa estabilidad emocional que necesitaba. Se la ve feliz con Mireia, su hermana y todo su entorno, la ciudad...es genial. Lo que siente por Agnes va cambiando y siente que podrían ser amigas más adelante. Me gusta que ambas sean conscientes del fin de su relación amorosa, que sientan una pequeño pinchazo por su desaparición, pero que la recuerden como algo único y especial que les cambió la vida. Está claro que la una para la otra han sido muy importantes. Se deben mucho mutuamente y eso, no lo cambiará nada. Una entrada preciosa, Ntoch.
ResponderEliminar