domingo, 1 de abril de 2018

DIARIO DE AGNES: DOMINGO, 18 DE MARZO DE 2018

Domingo, 18 de marzo de 2018

Cómo pueden cambiar las cosas en un mes. La última vez que escribí me sentía muy decepcionada con Artemisa por varios motivos. Ahora, un mes después, realmente no sé cómo sentirme ante la misma vida. Me encuentro en un camino distinto, en un momento de mi existencia en el que presiento que las cosas pueden cambiar y al mismo tiempo en el que tengo la impresión de que esa esperanza puede desaparecer de un momento a otro y volar lejos de mí convertida en un polvo invisible que el paso del tiempo mezclará con el olvido.

Al final, Artemisa se percató (casi a la semana siguiente de cuando escribí por última vez) de que era una tontería cambiar los muebles de nuestra casa. No sé cómo llegó sola a esa conclusión. Yo no le dije nada para no influir en sus pensamientos. Una tarde me dijo que prefería esperar y que de momento no era necesario que cambiásemos nada, que todo está bien como está y que ya nos compraremos muebles nuevos cuando realmente las dos sintamos que estamos viviendo en el lugar en el que de veras queremos hallarnos. Yo no le di las gracias ni tampoco le dije que me había sentado muy mal que quisiese cambiar los muebles casi sin contar conmigo. Lo único que le dije fue que tenía razón, y punto, tampoco quería demostrarle que mi alma estaba dando saltos de alegría, pero yo sé que me lo notó, igual que, al día siguiente de cuando escribí por última vez, se dio cuenta de que me ocurría algo con ella, de que no estaba igual, pues me costaba hablarle y también seguirle las conversaciones que ella iniciaba conmigo. Artemisa habló conmigo, me preguntó qué me ocurría y entonces, antes de irnos a dormir, le confesé que me había sentado muy mal que ignorase por completo mi estado de ánimo, que ni siquiera le diese importancia al hecho de que no me encontraba bien, de que últimamente estoy más agotada que nunca (y sobre todo en aquel entonces) y también que ni tan sólo se plantease la posibilidad de preguntarme si me apetecía quedarme en Barcelona tantas horas. Se quedó muy sorprendida cuando se dio cuenta de que yo estaba más ofendida de lo que ella había pensado, pero ya todo eso quedó atrás.

Hace unas semanas empecé a estudiar mucho para sacarme unas oposiciones y el estudio me quita mucho tiempo. Es evidente que quiero conseguir sacármelas para poder irme a Galicia, pero también para poder tener un trabajo mucho mejor. Últimamente me siento muy extraña en mi trabajo, no me siento nada a gusto allí y el trabajo que realizo no me gusta nada. Me siento inútil, parece que apenas puedo desarrollarme como persona y estoy deseando cambiar de aires. Me siento cada vez más desesperada aquí y Artemisa me entiende. Desde aquel día en el que parecía que yo no le importase en absoluto, ya no volvió a insinuarme que no podemos irnos a Galicia. No me comenta casi nada sobre ese tema. Lo único que me dice es que estudie, que luche por conseguir esas oposiciones como sea porque serán el camino que nos lleve a Galicia, a las dos, pero de sí misma no habla mucho. Yo tampoco me atrevo a preguntarle. Yo la noto tan conforme con la vida que llevamos que muchas veces me pregunto si no estoy siendo muy egoísta por querer irme obligándola a dejar aquí todo lo que tiene, a lo que tanto se aferra: su trabajo, su hermana, sus amigas (son más suyas que mías, yo apenas le tengo confianza a esa gente, salvo a alguna de ellas, pero soy tan tímida que apenas me atrevo a hablarle), a la ciudad en la que vivimos, la que ella se conoce tan bien, y a veces pienso que debo olvidarme ya de mi sueño, que lo que más debe importarme es que estoy con Artemisa, que no estoy sola, que estoy rodeada de gente que me quiere de verdad, que me respetará pase lo que pase, que me protegerá siempre, que estará siempre a mi lado, a la mínima que tenga algún problema, y entonces siento que mi interior se desgarra, una voz me dice que tengo que enterrar mi sueño y centrarme en lo que verdaderamente tengo, lo que tengo de verdad, pero entonces me imagino viviendo así, conforme con esto, con todo, y siento que algo se me hiela por dentro, que se me vacía el alma, y entonces sé que no podré estar del todo conforme siempre porque, sí, aquí lo tenemos todo, yo lo tengo casi todo, pero no me siento en absoluto atada a este lugar, no me gusta el diseño de sus calles, no me gustan los olores que lo invaden todo, no me alimenta nada el alma ir por las calles y oír hablar el acento de la gente, no me hace sentir nada acogida que prácticamente todo esté escrito en un idioma que no es el mío, no me siento en mi hogar, por mucho que me proteja la gente que me quiere y que yo quiero. Si es que de veras sé que eso es lo que más debe importar, que no estoy sola, que después de todo lo que pasé en mi vida ya por fin tengo con quien contar, pero no, no puedo, de verdad que no puedo. Yo cogería con mis manos esa parte de mi alma que tengo tan herida, la acariciaría y la llenaría de energía luminosa para que no me palpitase tanto, para que continuamente no estuviese diciéndome: tengo que volver, tengo que volver, yo la cogería entre mis manos y la dormiría para que, durante un tiempo, no me hablase más, pero no puedo, ésta tiene mucha fuerza y yo no puedo controlarla, yo no puedo controlar esos pensamientos que tanto me invaden continuamente la mente, esas ganas de soñar, esa esperanza que se me sale por todas las partes de mi cuerpo, por los ojos, por la piel, por la voz, ese pensamiento constante que tengo dedicado a mi tierra, esas ganas de vivir allí, de estar por fin allí y de recuperar así la parte de mí que aquí no tengo, que perdí hace mucho tiempo. Y sé que parece que solamente estoy hecha de la morriña que siento por Galicia, pero no es verdad, yo sé que no es cierto, lo sé porque cuando estoy allí soy tantas cosas que ni yo misma me conozco, soy yo de verdad, y es eso lo que quiero darles a mis seres queridos, eso, mi yo toda, mi yo completa.

Y tengo que ser paciente, pero al mismo tiempo la misma vida me da mucho miedo porque yo no sé qué está deparándome. Me siento perdida, no sé cuánto tiempo más estaré aquí, qué tengo que hacer, si esto servirá para algo. Lo único que quiero es vivir en Galicia para siempre y que Artemisa nunca me deje sola, no quiero perderla por nada del mundo. Sé que al principio será difícil, pero yo espero y sé que todo esto merecerá mucho la pena.

Y dejo de escribir porque quiero seguir estudiando. Apenas tengo tiempo para mí y mucho menos para escribir aquí. Hoy escribí porque me sentía culpable al saber que lo último que había escrito estaba tan lleno de resentimiento y de decepción, sobre todo hacia mi Artemisiña.

 

 

2 comentarios:

  1. Me alegra que las cosas entre ellas se haya solucionado, aunque sea momentáneamente. Yo creo que Artemisa se ha dado cuenta, que sin querer, había descuidado un poco a Agnes y lo que ella siempre ha querido. Ha recapacitado, incluso ya no piensa en cambiar los muebles. Queda en el aire si en un futuro dejará que Agnes se marche a Galicia para ir ella después o si ya tiene claro que se quiere ir con ella de inmediato (la pesadilla que tuvo a lo mejor le hace pensarse mejor las cosas).

    Entiendo muy bien a Agnes. A veces, la incertidumbre, el miedo al futuro se nos hace insoportable y lloramos, nos encojemos aterrados. Otras veces, conseguimos superar ese miedo. Es como si ese miedo fuese una densa niebla que no nos deja avanzar, pero de vez en cuando, somos capazes de disiparla y podemos disfrutar de la vida, que es de lo que se trata, vivir e intentar ser felices. Agnes pasa temporadas así, pero yo creo que ella las padece mucho más estando alejada de Galicia. Ya veremos cómo se resuelve todo esto.

    Me encantan tus entadas, Ntoch. Siempre consigues que me engache. ¡Voy a por la otra!

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  2. Y como consecuencia de lo que Artemisa supo a tiempo ver, ahora Agnes nota que las cosas han cambiado. No siempre somos capaces de notar ese esfuerzo de los otros, a veces cambian pero estamos tan cerrados y parapetados detrás de nuestras ideas que somos incapaces de notar esos cambios, por suerte no es el caso de Agnes, que se da cuenta de que algo sí se ha modificado. Y entonces es cuando se atreve a confesarle lo que tanto le dolía, me parece algo muy bonito, un perfecto ejemplo de pareja.

    Claro, las cosas no son de color de rosa, y son evidentes las similitudes entre tu caso y la situación de Agnes, centrada en sus oposiciones para ir a Galicia y descontenta con su situación actual; a su favor, que Artemisa irá con ella si todo sale bien, con lo cual no dejará a nadie fundamental atrás; en su contra, que Artemisa puede ser un lastre difícil de mover, pues aunque es evidente que se muestra muy comprensiva también lo es que cambiar de trabajo y moverse a otra región no es tan sencillo si se es funcionario, y además eso habría de hacerlo tras superar los exámenes de gallego, no creo que pudiera optar a un puesto de enseñanza oficial sin ello, pero en fin, el tiempo lo dirá.

    Lo importante es la actitud, que ninguna de las dos se está cerrando en banda diciendo que no se mueven, algo que da miedo pero a la vez abre la puerta a la esperanza. Y me gusta el final, dejar de escribir para seguir estudiando es también una forma de expresar que ya está bien de mirarse el ombligo; "ora et labora", decían los monjes medievales; "a Dios rogando y con el mazo dando", expresa otro refrán, es decir, está muy bien tener deseos y confiar en que las cosas van a salir bien, pero eso hay que compaginarlo con trabajar por ello. Y Agnes lo sabe.

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