Miércoles, 20 de noviembre de 2019
Lúa está viva. Lúa
está viva. No me lo explico, ni lo entiendo, ni lo acepto, ni lo comprendo ni
me lo creo; pero Lúa está viva y no sé que está viva porque Agnes me lo haya
contado muy amablemente, no, sino porque lo he visto en el Instagram. No hablo
con Agnes desde octubre, por lo menos. Ni me acuerdo de cuándo hablé con ella
por última vez. La he llamado mil veces esta semana, pero no me lo coge. No me
lo coge porque no le da la gana. No me lo coge porque sabe perfectamente que
mantendremos una conversación muy seria si hablamos. Huye de mí. Está huyendo
de mí, la muy... No soy capaz de insultarla, pero ganas no me faltan. Es que le
diría cuatro cosas bien dichas si me lo cogiese, pero no me lo coge
precisamente porque me conoce y sabe que precisamente bien no voy a reaccionar.
Necesito saber por qué Lúa está viva, por qué de repente ha renacido, por qué
ahora ha resurgido como un zombi. No entiendo nada y me cuesta aceptarlo.
¿Desde cuándo Agnes sabe que Lúa está viva? Seguro que lo supo siempre y por
eso lloraba por ella, por eso la echaba tanto de menos, porque sabía que podían
estar juntas y no lo estaban porque Agnes no se atrevía a dejarme. Seguro que
no se atrevía a dejarme porque pensaba que me iba a quitar la vida si me
abandonaba. No confío nada en Agnes. La poca confianza que tenía en ella se ha
desvanecido por completo. Seguro que me ha estado mintiendo siempre, que nos ha
mentido a todos desde siempre. Es que no me parece comprensible ni lógico que
Lúa esté viva. Tampoco entiendo por qué ahora las cosas le tienen que ir tan
absolutamente bien.
Me enteré de que Lúa
estaba malditamente viva porque la vi con Agnes en una foto que colgó ella en
el Instagram cuando estuvieron en Florencia. Estaban las dos muy sonrientes,
muy enamoradísimas, posando las dos delante del Ponte Vecchio de Florencia, con
una mirada que no se puede describir. Agnes es muy expresiva y en esa foto
decía mil cosas con los ojos. Se abrazaban y se miraban de una manera como
jamás he visto mirarse a nadie. Ni siquiera Agnes me ha mirado así nunca. Se
decían tantas cosas con esa mirada... Malditas sean. Me han engañado como han
querido. Encima, Agnes escribe mensajes preciosos en el Instagram sobre ellas
dos, como si nunca hubiese amado a nadie más. Agnes hace siglos que no siente
lo mismo por mí. Hace tiempo que ella dejó de quererme como me quería porque a
la única mujer que ama es Lúa. Yo sabía que ella no me quería, que para ella
había un millón de cosas más importantes que yo, que pensaba en Lúa día y
noche, que la recordaba siempre. Y yo como una tonta confiando en ella,
soportándola, viviendo en su tierra, sólo es su tierra, por ella, confiando en
que algún día se daría cuenta de que yo no era feliz y me propondría volver a
Cataluña con mi hermana... pero no hizo nada de eso. Es una egoísta, es
absolutamente egoísta. Va de inocente por el mundo, pero es profundamente
egoísta.
Y parece ser que el
viaje a Italia fue maravilloso. Le van las cosas demasiado bien, injustamente
demasiado bien. Podría alegrarme por ella y pensar que es lo justo después de
lo mal que lo ha pasado, pero no puedo alegrarme por ella. No puedo, por mucho
que lo intente. Mi hermana me acusa de que no la quiero de verdad si no me
alegro de que le vayan bien las cosas. Una cosa no tiene nada que ver con la
otra. No me alegro por ella en absoluto porque no puedo, no me sale del
corazón. Estoy llena de rencor y rabia. Me da mucha rabia que Lúa esté viva. Si
fuese otra persona, me daría igual, pero precisamente Lúa... Sé que sonará muy
cruel lo que voy a decir, pero éste es mi diario y se supone que no tengo que
reprimir lo que pienso ni lo que siento. Estaba mejor muerta. Estábamos todos
mucho más tranquilos con ella bajo tierra. Lo que no entiendo tampoco es cómo
es posible que Agnes la haya perdonado. A mí me hacen eso, me mienten
haciéndome creer que alguien ha muerto, y es que no lo perdonaría en la vida y
mucho menos si lo he pasado tan mal por culpa de esa persona. Es como si ahora
viene Neftis y dice: "¡hola, Artemisa, estoy viva!” La mandaría a la mierda,
directamente, porque eso no se hace. En el caso de que Agnes de verdad no
supiese que Lúa siempre estuvo viva, entonces me cuesta entenderla. Agnes es
tonta de lo buena que es. Lo perdona todo, todo, todo. ¿Si la acuchillase,
también me perdonaría? No la entiendo. Eso en el caso de que no supiese la
verdad, pero dudo mucho que no la supiese.
Y parece ser que
ahora la vida le devuelve toda esa felicidad que le negó durante años. Pues muy
bien. Lo que me fastidia muchísimo es que ni siquiera tenga la dignidad de
contármelo. No quiere hablar conmigo porque sabe que la conversación que
mantendríamos sería muy difícil. Si tuviese que hablar conmigo en persona, ni siquiera
sería capaz de mirarme a la cara porque es que se le caería la cara de
vergüenza. Sabe que yo tuve muchas razones para dejarla y volver a Cataluña,
por mucho que le costase reconocerlo, y también sabe que yo conocía lo que ella
nunca dejó de sentir por Lúa. Así pues, es comprensible que huya y no quiera
hablar conmigo. Qué cobarde es. No me esperaba que Agnes fuese tan cobarde.
Tiene que hablar conmigo. Me debe una explicación. Le he escrito por whatsapp,
la he llamado, le he enviado mensajes por Instagram y por Facebook, pero no me
contesta. Pues muy bien. Yo haré lo mismo. Si el lunes que viene todavía no he
conseguido hablar con ella, desapareceré de la faz de la Tierra. No sabrá nada
de mí nunca más. Le pediré a mi hermana que no le hable de mí, que ni tan sólo
le diga cómo estoy. Encima, es que ahora resulta que mi hermana es amiguísima
de Agnes, que le cae mejor que nunca, que no quiere perder el contacto con
ella, que piensa que es una mujer maravillosa. Estaba pesadísima con que no
perdiese el contacto con ella, que fuese su amiga, que bla, bla, bla... ¿Para
qué me habría servido intentar ser su amiga?
Descubrir que Lúa
está viva me hizo mucho daño. Fue el domingo por la tarde cuando vi esa foto
que tanta rabia me inspiró y que tan paralizada me dejó. Enseguida empecé a
llamar a mi hermana a gritos y a decirle que no podía ser cierto lo que estaba
viendo. Al principio, pensé que era una foto antigua de ellas en Ourense, pero
enseguida me di cuenta de que el sitio en el que estaban no tenía nada que ver
con Ourense y que era una foto actual porque Agnes llevaba un abrigo que se
compró hace poco y el pelo igual de largo que ahora. Era una foto actual. Y Lúa
no estaba como estaba la última vez que la vi. Tiene el pelo mucho más largo y
rizado y está más delgada. Lúa supuestamente es perfecta, tanto física como
psicológicamente, o eso es lo que quiere hacer parecer y le sale bastante bien,
la verdad. Qué rabia. Agnes está enamoradísima de ella, eso es lo que demuestra
con las cosas que escribe y con las fotos que sube, en las que se las ve más
unidas que nunca. Es increíble. ¿Por qué Agnes tiene tanta suerte? Encima,
antes de descubrir que Lúa está vivita y coleando, estuvo tonteando con otra
que se llama Uxía. Mi hermana me contó que le preguntó a Agnes qué tenía con
ésa y le contestó que no tenía nada más que una amistad, pero no me lo creo
porque, en los vídeos de los ensayos, salen mirándose con coquetería y
sensualidad. A mí esas cosas no se me escapan. A lo mejor me he equivocado
siempre con Agnes y, en vez de una chica tímida y cohibida, es una desvergonzada
que no tiene reparos en entregarse a cualquier mujer que la mire con interés.
No sé qué pensar ya de Agnes, la verdad, pero de momento no pienso ni una sola
cosa buena de ella.
Estoy hundida, la
verdad. Me iba mejor antes, cuando pensaba que Lúa estaba muerta. No sé por qué
me afecta tanto que esa mujer viva. ¿Qué más me da a mí? Pero no puedo
aceptarlo y me da mucha rabia que esté viva. No la soporto. Nunca soporté a
Lúa. Una vez fingí hacerlo para poder acercarme otra vez a Agnes, pero la
realidad más absoluta es que siempre sentí un odio atroz por ella. Cuando
murió, aunque me dé vergüenza reconocerlo, me alegré. No pude evitar sentir
alivio cuando Agnes me dijo que Lúa se había ido de la vida. Me supo mal por
Agnes porque la vi muy destrozada, hundida, sin ni siquiera controlar lo que
decía. Aquella tarde, cuando me reencontré con ella en el puente romano de
Ourense, vi a una Agnes descontrolada por la tristeza y la desesperación.
Estaba ida. Hablaba conmigo atropelladamente, temblaba, lloraba sin reprimirse
y a la vez ni siquiera se daba cuenta de que no dejaban de salirle lágrimas de
los ojos. Ver a Agnes así me hizo sentir pena por Agnes, pero por Lúa nunca
sentí lástima, al contrario. No obstante, tuve que fingir delante de Agnes y
tragarme mi orgullo, mi alivio, mi alegría. Soy mala persona, ¿verdad? Sí, soy
mala persona, muy mala persona, pero es que yo antes no era así. Nunca me
habría alegrado por la muerte de nadie, nunca. Ha sido el amor que siento por
Agnes el que me ha vuelto así, el que me ha convertido en una basura de
persona. Por eso quería huir de él, por eso, por eso dejé a Agnes y me fui a la
isla, porque sabía que, si le daba rienda suelta a este amor, iba a convertirme
en otra persona y no quería que me pasase eso, nunca quise. Sabía que, si me
quedaba junto a Agnes, ese amor iba a crecer imparablemente y me volvería dependiente
de Agnes. Además, no confiaba en que Agnes estuviese bien. También me alejé de
ella porque me daba miedo su enfermedad, porque me sentía incapaz de vivir con
ella sabiendo que tenía esquizofrenia y bipolaridad, que es lo que siempre
dijeron que tenía, y no quería amarla más porque tenía miedo a que su
enfermedad la descontrolase y se quitase la vida. No quería sufrir por ella, no
quería volverme dependiente de su amor. Tal vez nunca tendría que haber vuelto
de la isla, nunca. Cuando me fui, ella supuestamente estaba estable, pero yo
sabía que esa estabilidad era muy frágil y que se podría romper en cualquier
momento. Sabía también que mi marcha la hundiría, pero prefería que ella fuese
fuerte y encontrase por sí misma las ganas de vivir, la fuerza para luchar,
pero no lo hizo. Lo intentó, pero le salió muy mal. Estuvo a punto de hundirse
para siempre. Mi hermana me ha contado cosas escalofriantes de ese tiempo en el
que Agnes estuvo viviendo con ella en Manresa. Incluso me contó que la obligaba
a comer y a cuidarse; que una vez, mientras mi hermana le insistía en que
comiese algo, Agnes le dijo: “me gustaría encontrar la forma de destruirme.” Mi
hermana le preguntó a qué se refería exactamente y Agnes le contestó: “sé que
hay sustancias que me destruirían poco a poco. Es lo único que me merezco,
morir lentamente, destrozarme yo misma la poca vida que me queda.” Mi hermana
le preguntó si se refería a las drogas y ella le asintió en silencio, con
lágrimas en los ojos. Mi hermana se estremeció al notar el odio que Agnes se
profesaba a sí misma. No se quería nada. Se odiaba, quería destruirse, quería
hacerse daño porque se detestaba. Se odiaba tanto que se quería destruir,
quería hacerse daño. Ni siquiera se planteaba la posibilidad de quitarse la
vida porque creía que eso era bueno para ella y que lo único que se merecía era
sufrir y sufrir. ¿Cómo es posible que una persona sienta esas cosas? Y ahora
todo eso queda atrás, según nos hace entender a todos; pero una enfermedad tan
grave como la que ella tiene no se cura, no se vence tan fácilmente. No sé qué
creer, la verdad, pero es que me cuesta confiar en que una persona que ha
estado tan y tan mal pueda sentirse tan feliz. Para ella no existe la felicidad
definitiva, pero no porque no se la merezca, sino porque está enferma, porque
ha estado muy enferma, y era una enfermedad mental, las peores. Las
enfermedades mentales son las peores.
Me siento muy mal
diciendo todo esto porque no le deseo ningún mal a Agnes, pero no entiendo por
qué me siento así, tan mal, tan rencorosa y rabiosa. Necesito hablar con Agnes
para al menos despedirme de ella. Tengo que despedirme de ella porque sé que ya
hemos terminado definitivamente. Nunca más volveremos a estar juntas. Nunca
más. Se acabó para siempre. Yo creía que moriría a su lado o que ella lo haría
junto al mío, tomada de mi mano, pero qué va, para nada. Ojalá pudiese sacarme
el alma y arrancarme el amor que siento por Agnes para destrozarlo con mis
propias manos, pisotearlo, echarlo a una hoguera y hacer desaparecer todas sus
cenizas. Me encantaría romperlo a pedazos, con saña y rabia, para no sentirlo
nunca más, para que desapareciese para siempre.
Seguro que esto se me
pasará. Tiene que pasar porque yo quiero estar bien, porque necesito estar
bien, necesito ser yo misma.
A ver si consigo
hablar con Agnes. Le escribiré por whatsapp que quiero hablar con ella porque
necesito que nos despidamos. No quiero echarle nada en cara. No tiene sentido
que lo haga. Sé que me costará mucho hablar con ella con tranquilidad, pero
quiero intentarlo.
Artemisa es muy injusta con Agnes. Por una parte comprendo que esté molesta, es normal. Creía en su amor y al final se terminó, ella lo pasa mal, pero Agnes rehace su vida con otra persona, eso duele, es la eterna historia de la humanidad. A todo el que se separa, no quiere ver a su pareja con otra persona, y mucho menos feliz, es raro, pero somos así jajaja. Imagino que no todo el mundo, pero suele suceder. A Artemisa le ocurre eso mismo y lo puedo encontrar comprensible, pero hasta cierto punto. Lo que ella misma no se da cuenta es que todas esas palabras tan horribles que le dedica a Agnes a la que realmente perjudica es a ella misma, ese odio y rencor no la llevarán a buen puerto. Además, se obsesiona por espiarla por las redes sociales. Si no es capaz de aceptar la situación, debería alejarse de ella, es lo único cuerdo que ha dicho en toda su entrada. Alejarse de ella de forma radical le podría ayudar a recuperar la cordura y ser la Artemisa que era antes. Es que, hasta ella misma se percata de que no está bien, que no es la que era y que esos pensamientos y deseos no son buenos. Por otra parte, comprendo su sorpresa al descubrir que Lúa está viva y necesite una explicación, pero se arrastra hasta Agnes, poniéndose en evidencia, pues ambas saben que sus llamadas no son nada buenas y que lo único que provocarán son conflictos. Debería tener algo de dignidad y empezar a plantearse a dónde quiere ir a parar con todo esto. Agnes está viviendo un sueño, es feliz y no tiene odio por nadie, le desea la felicidad a Artemisa, pero no es tonta, sabe que ella quiere quebrar esa felicidad y no desea que destruya la paz que ahora reina en su vida, su momento con Lúa. Es cierto que necesita una explicación, lo entiendo, pero antes debería replantearse las cosas y no anticipar los hechos, pues ya está acusando a Agnes de algo que no es verdad, y si Agnes perdona, le honra, no creo que eso sea de ser tontos. En fin, perplejo ante la nueva Artemisa, tan destructora, rabiosa y celosa. Espero que Casandra le pueda hacer entrar en razón. ¡Ahora mismo es como la Agnes de antes!
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