Viernes, 22 de noviembre de 2019
Esta tarde, hablé al
fin con Agnes. Conseguí hablar con ella porque hice trampas, porque cogí el
móvil de mi hermana, me hice pasar por ella y le pregunté a Agnes por whatsapp
si le venía bien que la llamase, que quería contarle una cosa muy importante.
Agnes cayó de pleno en la trampa, me dijo que sí la podía llamar y me cogió el
teléfono creyendo que era mi hermana quien la esperaba al otro lado de la
línea. Cuando oyó mi voz, se quedó paralizada, pronunció mi nombre con asombro
y algo de miedo, sentí que se planteaba la posibilidad de colgarme, pero, como
Agnes no es así, se repuso y me preguntó cómo estaba. Me dijo: “qué sorpresa,
Artemisa.” Yo le dije que, si no la llamaba desde el móvil de mi hermana, jamás
habría podido hablar con ella. Agnes no me contestó a eso. Enseguida advertí
que no estaba sola. Seguramente, Lúa estaría a su lado. Estaban preparándose
para ir a la aldea. El pobre Damián descansará al fin, ya que Lúa sabe conducir
perfectamente.
Agnes no era capaz de
decirme nada. Era como si hubiese olvidado todas las palabras. Estaba muy
tensa, incluso temerosa. No le apetecía en absoluto hablar conmigo, pero no era
capaz de colgarme. Ella es incapaz de hacer eso. No sé si no es capaz de
hacerlo por educación o por cobardía, pero esperó a que yo hablase. Le dije que
estaba bien, aunque bastante sorprendida. Juro por mi vida que quería
expresarme calmada y amistosamente, pero no me salía. No podía. Mi voz sonaba
llena de severidad, de rencor, de algo que no sé contar. Era como si mi voz no
me perteneciese. Intentaba hablar simpáticamente porque tampoco me apetecía
mantener una conversación tensa con Agnes, pero, si trataba de expresarme con
simpatía, mi voz sonaba falsísima y Agnes es muy intuitiva. Enseguida se dio
cuenta de que yo no estaba tranquila.
Cuando le dije que
estaba bastante sorprendida, me dijo: “lo entiendo.” Sentí una punzada inmensa
cuando oí que Agnes me hablaba en castellano. Me hablaba en castellano. Hacía
años que Agnes no me hablaba en castellano. Era una señal muy evidente de que
ella me había desterrado por completo de su mundo. Quizás he sido yo la que se
ha marchado de su mundo con cajas destempladas, pero me dolió mucho notarla tan
lejos. Me quedé paralizada, sin saber qué decir cuando la noté tan inmensamente
lejos de mí y a la vez con ganas de explicarme lo que había ocurrido porque
Agnes me hablaba en castellano, pero me hablaba con cariño, con calma, como
suele hablar ella. Estaba tensa, pero no se le notaba. Lo sabía yo porque la
conozco y porque titubeó al contestarme cuando descubrió que era yo realmente
quien la había llamado. Me pregunté entonces: “¿cómo hemos llegado hasta esto?”
Y oír esa pregunta en mi mente me dolió tanto...
Le pregunté si podía
explicarme lo que pasaba y ella me dijo que sí, pero se notaba a leguas que no
le apetecía en absoluto hablar conmigo. Estuvo a punto de decirme que prefería
que hablásemos en otro momento, pero no lo hizo. Oía yo que estaba preparando
cosas, pero no me importaba que estuviese ocupada. Quería hablar con ella ya.
Quería conocer lo que había ocurrido para quedarme ya tranquila. Sé que no
vamos a volver nunca más y que, posiblemente, perdamos el contacto
definitivamente (lo cual me hace un daño completamente insoportable que no
puedo aguantar); pero prefiero olvidarla sabiendo que no me engañó. Prefiero
marcharme definitivamente de su vida sabiendo toda la verdad para no guardarle
rencor. No se merece que le guarde rencor. No obstante, estoy muy dolida,
muchísimo, y además muy triste. Estoy tan triste que pienso que nunca más
estaré con nadie. No quiero saber nada del amor. Sé que nunca podré amar a
nadie como he amado y amo todavía a Agnes. La amo todavía muchísimo y me duele
no estar con ella, pero saber que ella no me ama ni me amó nunca como la amé y
la amo yo me disuade de intentar conquistarla de nuevo. Es inútil. Agnes
siempre amó a Lúa por encima de todas las cosas. Dudo de que llorase sólo por
su tierra cuando estaba lejos de Galicia. Seguramente lloraba también por Lúa.
Ella no me ha confesado todo esto, pero lo sé. No necesito que lo haga. Noto
que la ama con toda su alma por la forma como me ha hablado de ella, por las
cosas que cuelga en Instagram, por todo lo que veo en las fotografías en las
que salen juntas, por lo que noto en los vídeos que cuelga. A mí me amó, pero
ella es el amor de su vida. También estoy dolida porque yo no he sabido estar
con Agnes. Sí la he amado mucho y creía que se lo demostraba lo suficiente,
pero no ha sido así. Nunca ha sido así. Ella piensa que, si la hubiese amado de
verdad, siempre le habría demostrado que la entendía, la habría ayudado a
volver a Galicia desde el primer momento en el que estuvimos juntas, desde el
primer instante de nuestra relación, desde siempre, en lugar de forjarme yo una
vida allí en Barcelona ignorando plenamente sus deseos. Si la hubiese amado de
verdad, nunca habría dudado de que la cura a su enfermedad estaba en su tierra.
Si la hubiese conocido bien, habría iniciado con ella una vida en Galicia,
habría ido enseguida allí con ella, la habría ayudado a volver enseguida, a la
mínima ocasión, a la mínima oportunidad que se nos presentase. En cambio, lo
que hice fue ignorar sus deseos conociendo perfectamente lo mal que lo pasó
durante años por no estar en su tierra. Lo que hice fue hacer mi propia vida
ignorando lo que ella sentía, creyendo que tenía que curarse antes para poder volver
a Galicia, sin creerme que su cura estaba allí. Fui muy egoísta, es cierto,
pero es que tampoco podemos renunciar plenamente a lo que deseamos por otra
persona, por mucho que ésta sea nuestra pareja, por mucho que la amemos. Sin
embargo, ella lo hizo por mí durante años. Por eso pienso que ella sí me amó,
porque fue capaz de renunciar a su más profundo y eterno sueño por mí, por no
destrozarme la vida, hasta que ya no pudo más. En cuanto descubrió que su madre
nunca había querido deshacerse de ella y que todavía la quería con toda su
alma, se marchó de Barcelona ignorando todo lo que habíamos construido. E hizo
bien porque ella también tiene derecho a mirar por sí misma, ya que yo no era
capaz de hacerlo por ella.
Mas estoy muy dolida.
Aunque entienda todo esto, tengo el alma destrozada. Saber cuánto ama todavía a
Lúa me hace mucho daño. Con esfuerzo, Agnes me explicó que ella no tenía ni
idea de que Lúa estaba viva, que su amiga Uxía y Lúa habían preparado el viaje
a Italia a sus espaldas, que Uxía había urdido ese precioso plan. No sabía que
estaba viva hasta que la vio delante de ella en Milán. Me parece una historia
preciosa, la verdad, pero me duele que sea cierta. Lúa es mejor que yo en
muchos aspectos porque fue capaz de desaparecer de su propia vida con tal de
permitir que yo pudiese estar con Agnes. Sin embargo, no consiguió desaparecer
nunca de la vida de Agnes porque ella jamás dejó de recordarla, de pensar en
ella, de llorarla. Y ahora todo eso tiene la mejor recompensa que jamás puede
soñar una persona que ama. Es increíble. Me parece una historia de película. Me
parece imposible creer que sea real, pero lo es.
Tampoco quiso
contarme mucho porque sabía que podía hacerme daño si me lo explicaba todo.
Agnes es muy prudente en ese sentido, y en todos creo yo. Le dije que me
alegraba mucho por ellas. Ella me dio las gracias y sentí entonces que ya no
había nada más que hablar. Le deseé suerte y le dije que ya volveríamos a
hablar pronto, pero las dos sabemos que eso no es cierto.
Y ahora me siento muy
vacía. Hace una hora que hablé con ella y, cuando colgamos, ya estaba llorando.
No he dejado de hacerlo desde entonces. Me siento frustradísima, tristísima e
incluso algo rabiosa, pero esas emociones no me impiden reconocer que lo que le
está ocurriendo a Agnes y que lo que le ha ocurrido es algo precioso, es lo más
bonito que le ha pasado nunca. Agnes es muy buena. Se merece que le pasen cosas
bonitas, es cierto. No sé por qué ahora me siento así, tan comprensiva; pero me
ha conmovido mucho conocer la verdad. Sé que Agnes me ha contado la verdad.
Ella es incapaz de mentir. No sabe mentir. Se le da estupendamente ocultar
información, pero es imposible que sepas que está ocultando información porque
no te da ninguna señal que te avise de ello, lo cual quiere decir que ni
siquiera así es capaz de mentir. Mientes cuando transformas la realidad, pero
no contar la realidad no es mentir, es ocultar información, y no puedes
transformarle a nadie una información que no sabe que existe. Ella me ha
ocultado durante años lo que sentía por Lúa, pero eso no le ha impedido ser
feliz conmigo, a su manera. Hemos sido felices y ella me ha amado de verdad. Si
no me hubiese amado, no se habría hundido sin mí cuando yo me fui, no me habría
perdonado los horribles errores que he cometido con ella, no me habría tratado
tan bien, con tanto amor... Echo tanto de menos estar con ella que me parece
que me falta algo. Estar con Agnes es maravilloso, es algo precioso. Ahora
empiezo a olvidar las cosas negativas de nuestra relación y recuerdo sobre todo
los momentos bonitos. Echo mucho de menos dormir junto a ella, despertar a su
lado, compartir con ella las preciosas y profundas conversaciones que
manteníamos, echo de menos abrazarla, estar íntimamente con ella, tenerla
plenamente conmigo. Echo de menos cocinar con ella, compartir la música, el
cine, todo lo que compartíamos; pero es cierto también que últimamente casi ya
no compartíamos nada. Teníamos gustos distintos, cada vez más distintos, e
intereses casi opuestos. No sé por qué nos alejamos de esa manera. Tal vez, al
resurgir ella estando en Galicia por fin, se distanciase de mí. Cuando vivía en
Barcelona, apenas era ella misma. Sólo lo era cuando estábamos juntas, pero
fuera de nuestro hogar ella desaparecía, ella se desvanecía, era como si no
tuviese personalidad. No se dejaba conocer por nadie. Creía yo que era
inmensamente tímida, pero creo ahora que lo que le ocurría era que no le interesaba
nada porque no estaba en Galicia.
Y no puedo ver nada
que me recuerde a ella. No sé qué música escuchar porque toda la que me gusta
me recuerda a ella y mucho menos soporto que llegue a mí alguna información de
Galicia. Me siento tan triste sin ella que no tengo ganas de hacer nada.
Prefiero estar en silencio, huyendo de cualquier estímulo o detalle que me
recuerde a ella.
Pero no tiene sentido
que le esté dando vueltas a todo esto ahora. Son sólo reflexiones que me ponen
mucho más triste. Lo que sí siento ahora es envidia, envidia porque Lúa tiene
plenamente a Agnes, porque la tendrá mucho más de lo que yo la tuve nunca,
porque ellas sí comparten intereses, los mismos gustos, comparten el mismo amor
a la tierra, a todo lo que las rodea. Lúa también está muy unida a Galicia y
eso también las une más. Espero que sean felices para siempre, de verdad. Sé
que desear lo contrario no tiene sentido porque, aunque las cosas les fuesen
mal, Agnes y yo no volveríamos. Agnes ya no siente prácticamente nada por mí.
Puede que me tenga mucho cariño, pero ya está. Eso desaparecerá con el tiempo.
Mi hermana y yo
iremos de fin de semana a la montaña. Necesito despejarme, necesito pasar horas
en la naturaleza para limpiarme el alma. Necesito olvidarme de todo, estar
conmigo misma, con la Diosa. Quiero seguir para adelante, pese a sentirme ahora
tan hundida, tan triste. No obstante, no sólo me siento triste y hundida por no
estar con Agnes, sino porque pienso que no hice las cosas bien con ella,
porque, si hubiese actuado de otro modo, Agnes me habría amado más, durante más
tiempo, y la habría tenido plenamente conmigo; pero no hice las cosas bien. También
me siento tristísima porque he experimentado mucho odio, mucho rencor y rabia
hacia Agnes y no se lo merece. No se lo merece porque ella es buena, no me ha
engañado como yo pensaba. He pensado y creído cosas horribles de ella. No se lo
merecía. Evidentemente, nunca va a saber todo lo que he pensado de ella. La he
odiado por momentos con toda mi alma. Incluso he deseado que le ocurran cosas
malísimas, que vuelva a estar enferma, que nunca se encuentre bien, y todo por
envidia, por rencor... Haber sido tan mala me tiene tristísima y muy decepcionadísima
conmigo misma. Me costará perdonármelo, la verdad. Ahora que el rencor se ha
ido, ahora que la rabia ha desaparecido, ahora que sé la verdad, se han
desvanecido las oscuras brumas que me impedían entenderlo todo. Ahora ya lo
entiendo y he descubierto que he sido muy mala, horriblemente mala, muy mala
persona, sintiendo todo eso. ¿De qué está hecha mi alma para poder albergar
sentimientos tan espantosos? No me conozco, la verdad. Necesito ayuda, tal vez,
ayuda de alguien que sepa de la mente, del alma, pero también de mí misma.
Necesito perdonarme y no sé cómo hacerlo. Estoy muy decepcionada conmigo misma.
Mi hermana es mi gran
apoyo. Gabriel también se está portando muy bien conmigo, pero con distancia
porque, evidentemente, él está del lado de Agnes. Él entiende perfectamente lo
que Agnes siente y la vio crecer. Estuvo con ella en la aldea desde siempre,
aunque no tuviesen mucho contacto, y sabe que ella jamás le ha querido hacer
daño a nadie. En cambio, a mí me ha visto con ataques de rabia, me ha oído
despotricar sobre Agnes, me ha escuchado hablar muy mal de Agnes y de Lúa. Por
cierto, hace poco nos confesó a mi hermana y a mí que, cuando eran
adolescentes, a él también le gustaba Lúa, pero ella lo ignoraba plenamente,
claro. Me parece muy gracioso todo lo que él cuenta sobre los años que vivió en
la aldea.
Bueno, pues eso es
todo por hoy. Espero que este fin de semana me vaya bien para despejarme, para
quitarme de encima toda esta tristeza que me oprime el alma.
Al fin pueden hablar, aunque sea utilizando triquiñuelas jajaja, Artemisa no es tonta y al final, lo ha conseguido. Pensaba que la cosa iría muy mal, que se pelearían, o que Artemisa le reprocharía cosas hasta volverse loca, pero no ha sido así. Artemisa al fin ha recapacitado. Se ha dado cuenta de lo mal que se ha comportado, de lo erróneo de su actitud. Ella misma cavó el foso para enterrar su amor. No creo que le falte razón con lo de que realmente amaba a Lúa, más que a ella, por su forma de hablar y comportarse, pero eso no justifica su actitud.Si se hubiese tomado las cosas de otra forma, quizás la ruptura no habría sido tan terrible. Eso sí, pienso que da igual lo que hiciese, la relación terminó en el momento que Agnes se encontró con Lúa. Al menos Artemisa ahora recapacita y es posible que pueda encauzar su vida, rehacerla desde cero, junto a su hermana. Puede ser feliz, la felicidad no se encuentra en otra persona ni en ningún lugar, está en ti mismo, y eso es en lo que tiene que trabajar. Quizás no hablen más, creo que es lo mejor y mucho me temo que este es el fin de las intervenciones de Artemisa. Quizás aparezca alguna vez, pero creo que está evocada a desaparecer poco a poco, aunque a lo mejor me equivoco. Es una entrada esperanzadora, pues Artemisa merece ser la que era, merece un final feliz, una despedida más agradable. Estoy seguro de que encontrará la forma de superarlo y ser feliz. Como siempre, es un placer leerte!!!
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