domingo, 8 de julio de 2018

DIARIO DE ARTEMISA: VIERNES, 29 DE JUNIO DE 2018

Viernes, 29 de junio de 2018:

Ya acabó todo. No puedo decir que tenga ya vacaciones porque todavía me queda trabajo por hacer en el instituto, pero ya no veré más a los alumnos que estuve viendo día tras día este curso. No sé cómo sentirme. Hay algunos a los que ya no voy a darles clase nunca más y eso me hace sentir mucha tristeza, pero hay otros que todavía seguiré viendo el curso que viene y eso me alegra porque la verdad es que les he cogido mucho cariño a todos. Es verdad que al principio nos costó mucho entendernos e incluso llegué a tener problemas con alguno de ellos, pero con la mayoría siempre me llevé bien. Hubo una época en la que sentía que mi trabajo no tenía mucho sentido porque no conseguía conectar con los alumnos, pero eso no duró mucho tiempo, por suerte. Conseguí que entendiesen mi modo de enseñar y que se interesasen por los conocimientos que yo podía transmitirles. Siempre intenté que mis clases fuesen amenas y divertidas, que aprendiesen a través de los libros y de algunos documentales muy interesantes que a mí siempre me fascinaron. Y creo que logré que la gran mayoría de ellos terminase el curso con mucho conocimiento sobre la biología y también amando un poco más nuestro planeta, que ésa es la verdadera razón por la que enseño biología, para intentar despertar en los alumnos el amor que siempre tenemos que sentir por nuestro hogar. Sé que muchos de ellos cambiaron algunos hábitos sólo porque yo les enseñé el sentido de hacerlo. Sé que muchos llevaron a sus casas todo eso que yo les enseñaba y para mí eso es mucho más satisfactorio y hermoso que el hecho de que me aprueben la asignatura.

Quería escribir ya sintiéndome prácticamente libre y por fin puedo hacerlo. Ha sido una semana muy rara que ha pasado muy rápido, pero es que hace mucho tiempo que siento que los días se van demasiado velozmente. Casi no tengo tiempo para disfrutar de las horas y además tengo la sensación de que, aunque estemos inmejorablemente bien, hay aspectos de la vida de Agnes que estoy perdiéndome. Ella comparte conmigo prácticamente todo lo que piensa, todo lo que siente y le ocurre, pero hay algo a lo que yo no puedo acceder. No estoy diciendo que tenga la sensación de que no es sincera conmigo, para nada. Lo único que siento es que está distinta y hay cosas de ella que me cuesta entender, aunque eso no quiere decir que no me gusten. Es algo muy difícil de explicar. Es como si estuviese introducida en algo que yo no puedo imaginarme, algo que le hace feliz, muy feliz, y me da miedo que esté planeando a mis espaldas volver a Galicia sin decirme nada. Sé que, en su trabajo, ella preguntó si podían trasladarla a Galicia y le dijeron que lo que tenía que hacer era escribir una carta en la que explicase cuándo y a dónde quería trasladarse. Ella me dijo que lo haría cuando pasasen las vacaciones, pero tengo miedo a que lo haya hecho ya sin decirme nada. No sé explicar por qué noto que hay algo que estoy perdiéndome de ella, de su vida. Ella ahora mismo está irreconocible. Solamente la he visto así (aunque allí la veía muchísimo más plena que aquí) en Galicia. No está igual que cuando nos hallamos en su tierra, es evidente, pero tiene un brillo especial en los ojos, cuando llega a casa corre a donde yo esté para abrazarme con mucha ilusión, siento que con ese abrazo me da la bienvenida a nuestra casa en vez de ser yo quien se la dé, ya que en realidad es ella la que llega más tarde siempre. Cuando hablamos, enseguida me hace sonreír y reír, tiene una chispa a la hora de hablar que no suele tener, me anima a que hagamos cosas distintas, me anima a que hagamos planes para el fin de semana, está encargándose ella de nuestro próximo viaje a Galicia, que iremos en agosto, y también es ella la que hace prácticamente todas las tareas de la casa mientras yo me paso las tardes trabajando, corrigiendo exámenes de revaluación y poniendo notas. Hay algo muy poderoso que se desprende de ella, que me hace sentir a la vez feliz y con algo de miedo, feliz porque me encanta verla así, porque es evidente que prefiero que esté así antes que esté hundida y triste, pero también este estado de ánimo tan bonito que tiene me asusta porque es muy opuesto al que tiene cuando se siente mal. A mí me gustaría que fuese siempre así, que no hubiese en su vida esa sombra que la persigue y la amenaza desde los rincones más oscuros de su mente, pero ninguna de las dos puede hacer nada para expulsarla de nuestra vida. No sé cuánto tiempo lleva así, pero hace un mes recuerdo que, cuando volvimos de Galicia, estaba completamente hundida en una tristeza que le quitaba el apetito y las ganas de vivir. Ahora es otra mujer muy distinta. Es la Agnes que yo descubrí el año pasado cuando fuimos a Galicia por segunda vez. La primera vez apenas surgió esa Agnes que me gusta tanto porque estaba en shock, porque no podía creerse que estuviese al fin en su tierra y porque realmente no fuimos a Ourense; pero, cuando fuimos a Ourense por primera vez, descubrí una Agnes que yo no sabía que existía, que me enamoró ya de forma irrevocable y a la que me enganché deseando que durase para siempre, pues jamás la había visto tan y tan contenta. Lo más curioso es que yo me enamoré de la Agnes que es durante todo el año entero, esa mujer calmada, cariñosa, melancólica y silenciosa que me sonríe muy luminosamente sólo cuando estamos solas, y eso me parece precioso. Ella no lo sabe, pero yo daría una gran parte de mí para que nunca se fuese de ella misma la Agnes que es cuando estamos en Galicia e incluso para que fuese siempre la que ahora está siendo.

Sé que sólo hablo de ella cuando escribo, pero es que ella es lo que más me preocupa, lo que más me hace pensar. En realidad no puedo hablar con nadie sobre todo lo que pienso, todo lo que siento y me da miedo, porque tampoco quiero contar tantas cosas de Agnes a nadie, ni siquiera a mi hermana, quien a veces, cuando le cuento algo de ella, me dice comentarios que me duelen. Ahora, yo no la cambiaría por nada en el mundo. Disfruto muchísimo de ella cuando está así, sobre todo porque no sé cuándo voy a perderla; pero vivo con el miedo a que desaparezca, a que su enfermedad resurja y se la lleve. Yo no quiero que eso pase, no quiero. El lunes me asusté mucho porque pensaba que ya se había acabado esta época tan buena porque llegó a casa sintiéndose mal, desanimada y muy agobiada, pero después se le pasó y de nuevo volvió a ser la de siempre. Mi hermana me dice que no tengo que olvidar que ella estará siempre enferma, que precisamente esta Agnes que es ahora es parte de su enfermedad, pero yo no me lo creo. Yo sé que ella es así, que ésta es su verdadera forma de ser y que, cuando está tan hundida, deja de ser ella, no es ella, sino lo que queda de sí misma cuando esa tristeza tan horrible que la invade la destruye. Es como si esa tristeza viviese siempre dentro de ella dispuesta a abatirla, pero yo sé que Agnes es así, risueña, curiosa, divertida y melancólica a la vez, porque esa morriña que ella tiene en el alma nunca desaparece, no hay manera de silenciarla, pero también me gusta mucho esa sensibilidad que siempre la lleva a llorar con nada, pero yo sé que es parte de ella, que es parte de su modo de ser.

Esta noche iremos a cenar con mi hermana y la verdad es que tengo muchas ganas de salir, muchísimas, y creo que Agnes también. No veo a mi hermana desde la semana pasada. Es la primera vez que voy a verla desde lo que me contó. Ella dice que está bien, pero esta semana, alguna vez que hablé con ella, sí noté que estaba triste y desilusionada, más bien desilusionada y decepcionada. Me dijo en más de una ocasión que lo que sentía era decepción, que se había decepcionado con todo, con su propia vida incluso, y que ya va a pasar de todo, que no piensa confiar en ningún hombre más, que le da igual morirse sola, que pasa de todo, que está mejor sola, sin estar pendiente de la atención de otra persona, sin tener que estar continuamente pendiente del bienestar de alguien que después puede darle una patada que la mande al otro lado del mundo. Dice que ahora va a centrarse en sí misma más que nunca y en la gente que le importa, que va a disfrutar de la vida, que, si alguna vez le apetece (palabras suyas) tirarse a un tío, que se lo va a tirar igual (es que mi hermana a veces es muy bruta hablando, sobre todo cuando declara verdades potentes para ella), que no va a negarse ningún placer de la vida, pero que no piensa comprometerse con nadie más. Y la creo. Lo dijo muy convencida.

Hoy, Agnes vendrá tarde porque se pasará por la peluquería. Dice que se quiere cortar mucho el pelo y eso me extraña muchísimo, pues ella lo tiene muy largo y bonito, pero dice que está aburrida de verse así y que quiere un cambio. Mi hermana me ha dicho hoy que esos cambios son típicos de estas etapas tan buenas, que es normal que ahora quiera cambiar y que no me extrañe si viene con las llaves de una casa recién comprada, que, cuando (palabras suyas) alguien bipolar tiene una buena época, puede hacer cualquier cosa, pero yo creo que exagera mucho. Agnes no es así. Ella no es imprudente y tampoco creo, sinceramente, que esta buena época que tiene sea fruto de esa enfermedad que mi hermana asegura que nunca la abandona ni la abandonará. Yo me niego a creerlo porque yo sé que ella es así en realidad y que fue la vida la que la destrozó, fueron las malas experiencias que vivió y que tuvo que soportar las que intentaron desvanecerla, las que le instalaron en el alma esa tristeza que, cuando resurge, es tan indomable y contra la que no puede luchar; pero su verdadera forma de ser es ésta.

También quería contar que me da pena acabar el curso porque dejaré de ver a mis amigos, a los amigos que hice allí. Tengo una amiga muy querida con la que me siento muy a gusto siempre, a la que estoy muy unida. Me gustaría que pudiésemos quedar alguna vez (ya he quedado alguna vez con ella, pero sin Agnes). Me gustaría presentarle a Agnes porque le he hablado muchísimo de ella y tiene mucha curiosidad e interés en conocerla. Agnes me dice que le da mucha vergüenza, pero no sé por qué tiene que darle tanta vergüenza. Me sorprende mucho que le cueste tanto quedar con gente del instituto. Me acuerdo de que al final no fuimos a esa cena que hicimos en Navidad porque ella no quería ir (tampoco estaba pasando una buena época, es cierto). Me dijo que no quería estar rodeada de gente que tiene una carrera, que se sentiría intimidada y empequeñecida junto a personas que fueron capaces de llegar tan lejos en la vida, pero a mí, sinceramente, eso me parece una inmensa tontería. ¿Qué tendrá que ver eso con el hecho de disfrutar de la presencia de alguien? Yo también tengo una carrera, me saqué unas oposiciones y soy una persona completamente normal junto a la que Agnes no se siente intimidada. No entiendo por qué tiene que importarle tanto eso, si ella es muy inteligente y no hace falta que se haya sacado una carrera para demostrarlo. Además, ella tuvo todas las intenciones de hacerlo. Se esforzó mucho por aprobar la selectividad (en realidad ahora no me acuerdo de si lo consiguió), por sacarse todos los títulos precisos para poder llegar a la universidad, y, si no pudo hacerlo, fue porque la vida no se lo permitió, porque tuvo que renunciar a su sueño de estudiar (un sueño más entre muchos a los que tuvo que renunciar) y porque la vida no le ha vuelto a dar la oportunidad de intentarlo de nuevo; pero no tiene que sentirse inferior ni intimidada por eso. No sé si ahora sí sería capaz de quedar con mis amigos del instituto, pero tampoco se lo he preguntado. Estando así como está, puede que esta vez sí pudiésemos hacer una quedada todos; aunque son poquitas las personas con las que me llevo realmente bien.

Voy a dejar ya de escribir. Escribiré en cuanto pueda para contar cómo fue la noche de hoy. Mañana también vamos a pasarnos el día fuera. Tengo que aprovecharme de que Agnes está así y tiene ganas de hacer cosas.

2 comentarios:

  1. Coincido con Artemisa en todo lo que ha escrito en esta entrada. Me gusta mucho más esta Agnes optimista y con ganas de vivir. Esta Agnes que ríe y se lo pasa bien, que vive cada momento. Es la Agnes que todos queremos ver, cuanto más su pareja. Aunque es verdad que eso no quita que no nos guste la Agnes melancólica, capaz de hacer reflexiones muy bonitas y profundas. Digamos que lo interesante sería una mezcla de ambas, pero esto no es un menú en el que eliges lo platos que quieres, estas cosas no se pueden decidir...ojalá se pudiese.

    Casandra piensa que esto forma parte de su enfermedad, que es uno de sus altibajos, pero yo tampoco creo que lo sea. Si de un día para otro es feliz y al siguiente se hunde, tiene sentido que forme parte de su enfermedad, pero un periodo tan largo no lo creo, al menos eso pienso yo, que no soy experto ni nada jajaja. Casandra es muy bestia, las cosas que dice, sin tapujos. En realidad todo lo que dice son verdades como catedrales, es dar un golpe sobre la mesa y decir "al cuerno las tonterías". Más vale estar solo que mal acompañado, al menos no tienes que aguantar a nadie, te preocupas de ti y nadie te presiona para que hagas cosas que no quieres y te invadan la intimidad. Si hay amor, todo se soporta, pero si no lo hay...y como es tan complicado encontrar y mucho más conservarlo, hace bien mandando al cuerno todo. Aunque no me gusta que diga cosas negativas de Agnes, no se lo merece. Entiendo que quiere lo mejor para su hermana, pero conoce bien a Agnes y ella necesita cariño y comprensión.

    Todo lo que dice Artemisa sobre su trabajo lo dice Inma del suyo, es como si hubieses hablado con ella largo y tendido y te hubieses inspirado en ella. Sé todo lo que siente, todas esas sensaciones de un trabajo bien hecho, de alejarse de sus alumnos, de sus compañeros...¡Ah! Entiendo a Agnes muy bien, eso no tiene nada que ver con su enfermedad. A mi me pasa, estar con gente tan de carreras que ni entiendo, hablando de cosas que quizás no pueda comprender...pues impone. Que esa gente seguro que esas cosas ni las piensan, pero cada uno tiene su propia paranoia y hay entornos en los que no nos sentimos cómodos.

    Artemisa no sabe lo de la carta de Agnes a su madre, pero ya intuye que algo le oculta. La conoce muy bien. Espero que se lo cuente pronto, seguro que le gustará y le apoyará en su decisión. Ahora que Artemisa es libre, podrá estar por Agnes y seguro que le ayudará con los preparativos para el viaje a Galicia, que pinta que se lo pasarán genial. Ah, y el cambio de look de Agnes es algo positivo, una forma de dejar atrás esa mala época y aferrarse a un futuro nuevo y prometedor.Otra cosa, que entiendo perfectamente el miedo de Artemisa a que Agnes vuelva a su estado anterior, es normal. Todo en Agnes es delicado, frágil, y las cosas pueden cambiar sin que te des cuenta, pero debe confiar en esa parte positiva de Agnes, dejarse llevar y disfrutar con ella de estos momentos tan maravillosos que están viviendo.

    Otro capítulo que me he leído en un momento, ¡es que es geniaaal! ¡Que siga prontoooo!

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  2. Me pasa a veces con tus capítulos que se queda como resonando un concepto, o una idea, y curiosamente en este la idea que da vueltas en la cabeza es la de la soledad, es decir, cómo estamos solos y a la vez intentamos no estarlo, pero sin conseguirlo nunca plenamente porque la unión con los demás, incluso la más íntima, es relativamente superficial y episódica.

    Casandra y su chico son el caso contrario de Artemisa y Agnes, finalmente Casandra se ha "desengañado", pensaba en esta palabra, y ¿qué es desengañarse sino salir de un engaño? ¿Es por tanto un engaño el estado amoroso de Agnes y Artemisa, y Casandra la que está en lo cierto cuando se reconoce como sola, y parece conformarse con mantener simples relaciones casuales, sin atarse sentimentalmente con nadie?

    Por otro lado me resulta muy fácil identificarme con Artemisa, su faceta de profesora está muy bien descrita, es el trabajo que siempre pensé que haría y nunca hice, qué cosas... y también me hace gracia ese miedo de Agnes, esa especie de complejo de quien no tiene carrera y sin duda en su cabeza hay una idealización de lo que son los estudios universitarios, algo que está al alcance prácticamente de cualquiera, pero que se venden como el triunfo de la élite. Ay, qué sorpresa se llevaría ella si conociera a gente con título y que no tiene ningún valor, ni siquiera respecto del título que ha obtenido. Esa también es una forma de soledad, la de los que se automarginan por miedo a los demás, ya sea porque se ven viejos, tontos, extranjeros... lo que sea, en el fondo porque todos nos vemos distintos al resto, el resto del mundo es una especie de pack homogéneo en el que no encajamos, los demás, sí, ellos sí se entienden entre ellos pero nosotros no, somos raros... y claro, como todos pensamos así es evidente que la idea misma es una estupidez, lo que no impide que nos siga pareciendo muy razonable...

    Pero lo que Artemisa viene a decirnos es que, a pesar de todo, de lo que la razón y la experiencia dicen, ella no está sola, porque está con Agnes, y viceversa; y ese es el misterio de la pareja. Un capítulo para saborear y reflexionar, como todos los tuyos.

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