domingo, 6 de enero de 2019

DIARIO DE ARTEMISA: DOMINGO, 6 DE ENERO DE 2019


Domingo, 6 de enero de 2019

Estoy muy nerviosa. Mañana empiezo a trabajar en la cafetería. Al final, Silvia consintió en que mi horario fuese de nueve de la mañana a cinco de la tarde. Me proponía trabajar de diez a seis, pero ese horario no me gustaba nada porque no me motivaba nada trabajar hasta las seis de la tarde. Agnes estará conmigo enseñándome todo lo que necesito saber, pero desconocer las tareas que tengo que realizar no es lo que más nerviosa me pone. Me pone nerviosa adentrarme en un nuevo trabajo y no saber responder a lo que Agnes y Silvia esperan de mí. Agnes me ha convencido de que va a ser todo muy fácil e incluso me ha transmitido la ilusión que tiene por trabajar juntas. Dice que jamás se imaginó que ella y yo pudiésemos acabar trabajando en el mismo sitio. Yo sé que esto es temporal, que algún día tendremos que volver realidad nuestros proyectos. A mí me gustaría tener un herbolario donde pudiésemos ofrecer terapias alternativas a las personas que no quieren tratarse sólo a través de la medicina tradicional; pero, para llevar a cabo un proyecto así, se requiere la acreditación de esos conocimientos porque no podemos ponernos a tratar a la gente sin tener algo que les asegure a todas esas personas que realmente hemos adquirido legalmente esos conocimientos. La salud de la gente es algo muy importante. También nos gustaría tratar a animales, evidentemente. La salud es importante, sea la de una persona, animal o planta. Mi hermana lleva toda la vida formándose en ese ámbito y ella tiene lo que a mí siempre me habría gustado tener, pero yo he tirado por otros caminos que me han alejado de lo que realmente deseé hacer con mi vida y creo que a Agnes le ocurre exactamente lo mismo. Sinceramente, yo no sé qué narices hace Agnes intentando prepararse unas oposiciones de administrativa del Estado. El estudio de esos temas no la satisface ni la motiva en absoluto y además el contenido de esos temas es totalmente opuesto a lo que ella es. Creo que Agnes no ha nacido para aprender esas cosas tan terrenales y materialistas. No me extraña en absoluto que le cueste ponerse a estudiar. Esos temas no alimentan nada el alma y no le satisface nada aprenderse todo eso porque realmente no le es hermoso, al contrario, le aburre soberanamente y es incapaz de centrarse cuando estudia. Es mucho más satisfactorio para ella y le llena mucho más el alma ensayar para sus conciertos, cantar, tocar y bailar delante de la gente que quiere y que tanto admira observarla formando parte de la música. Y yo entiendo perfectamente que no le quede ánimo para estudiar algo tan aburrido cuando vuelve del trabajo, tan cansada mental y físicamente; pero yo no seré quien la convenza de que se olvide de las oposiciones. Que lo intente. No tiene nada que perder, pero sí es verdad que exigirse tanta concentración la agota muchísimo más de lo que se merece.

Mi hermana se fue esta mañana. Nos marchamos de la aldea a las nueve y a las once ya estábamos en la estación de Ourense para que ella cogiese un tren que la llevaría a Santiago, que es de donde volvía. Me ha dado muchísima pena despedirme de ella, tanto que no he podido evitar ponerme a llorar. En principio, mi hermana iba a quedarse hasta mañana, pero al final nos desveló que le iba mucho mejor volver hoy porque mañana ya empezaría a trabajar, que ya le tocaba después de tantos días de vacaciones como ha tenido. Mi hermana es autónoma y eso le permite no tener obligaciones con nadie, pero también pierde mucho dinero cuando se coge tanto tiempo de vacaciones. No obstante, ella dice que eso no tiene que restringir su felicidad, es decir, ella prefería mil veces estar con nosotras en Galicia antes que seguir ganando dinero lejos de las personas que más quiere en el mundo.

Estos días que hemos compartido han sido hermosísimos, han estado llenos de momentos preciosos y mágicos que nos han unido mucho más y yo creo que a mi hermana la han ayudado a deshacer las emociones tristes que experimentaba hacia Agnes e incluso hacia Galicia. Se ha marchado teniendo el alma llena de energía positiva y de comprensión. Me ha asegurado muchas veces que entiende por qué queremos vivir aquí, que incluso aprueba que vivamos aquí, pero también me ha confesado que la preocupa que vivamos en un lugar donde hace tanto frío. Eso me lo ha dicho riéndose.

Cuando nos hemos despedido en la estación de Ourense, me he echado a llorar sin poder evitarlo y ella me ha abrazado muy fuerte mientras me pedía que no llorase porque entonces iba a ser mucho más difícil para ella separarse de mí. Agnes no ha venido a despedirse de mi hermana porque está mala con la gripe. Ella dice que sólo es un resfriado, pero para nada es sólo un resfriado lo que tiene porque lleva desde el miércoles con mucha fiebre. Cuando volvía a casa después de despedirme de mi hermana, el frío contra el que Casandra no dejaba de intentar protegerse se ha vuelto en mi contra y se ha apoderado de todo mi cuerpo. Saber que no volvería a ver a mi hermana hasta mayo por lo menos (si es que ella no quiere venir antes a Ourense) me ha hecho sentir mucho más helada y he estado llorando hasta que he llegado a casa. No sé por qué me ha dado tanta pena separarme de mi hermana. Sé que volveremos a vernos alguna vez, que podemos mantenernos comunicadas a través del teléfono, del whatsapp e incluso del skype, pero nada de eso me servía de consuelo. Además, mi hermana me ha ayudado mucho a organizar algunas cosas de la casa que Agnes y yo todavía no habíamos organizado. Me ha ayudado a ordenar mejor los armarios e incluso me ha ayudado a llevar a la aldea, a la casa de Iria, algunas cosas de Lúa que Agnes aún no se había atrevido a tocar. Hubo algo que nos estremeció mucho a mi hermana y a mí y es que el otro día, cuando estábamos acumulando algunas cajas para llevarlas a la aldea esa misma mañana (eso ocurrió el miércoles), encontramos una caja toda llena de escritos de Lúa. Lo que nos sorprendió no fue encontrar todos esos escritos, sino el hecho de que Lúa ya hubiese guardado todo eso mucho antes de morir. Yo le pregunté a Agnes si Iria o ella habían guardado todo eso en esas cajas y me dijo que no. Lo primero que nos encontramos en esas cajas fue un papel donde Lúa había escrito algo así como (lo traduciré al castellano porque no recuerdo exactamente las palabras que había escritas): “No quiero que ni mi madre ni mucho menos Agnes tengan que guardar estos folios llenos de tanta tristeza. Prefiero guardarlos yo cuando sé que me queda muy poco tiempo para organizarlo todo antes de morir. No quiero que la muerte me sorprenda antes de que haya reunido mis escritos más tristes, pero tampoco quiero eliminarlos. No deseo que mi voz se pierda tanto en el olvido. Si los elimino, estaré matándome antes de tiempo.”

Me moría de ganas de leer los demás folios que Lúa había llenado con su clara y bonita letra, pero no tuve tiempo y mi hermana me dijo que yo no tenía por qué asomar las narices en sus recuerdos de esa manera, que le correspondía hacerlo a su madre o a Agnes. Agnes no sabe que Lúa escribió tanto, pero yo no quiero que esos escritos se pierdan. Me gustaría leerlos e incluso reunirlos para poder tener más acceso a ella, a lo que fue, a lo que sintió y pensó.

He hecho muchas cosas con mi hermana, entre ellas practicar con el coche de Lúa. Me siento más preparada para examinarme; pero lo haré dentro de un mes. Mientras tanto, iré a la autoescuela para hacer algunas prácticas y así no tengo que molestar tanto a Damián, que el pobre parece que sólo viva para ayudarme a practicar con el coche.

Tengo muchas cosas que contar y no sé por dónde seguir. Mañana, además de empezar a trabajar, iré al médico porque ya tendrán los resultados de los análisis que me hicieron. No conté que, hace más o menos una semana, Agnes consiguió sacarme que no me encuentro bien físicamente. Me dijo que llevaba días observando que estaba más débil de lo habitual, que se había dado cuenta de que me mareaba con nada, aunque yo quisiese ocultárselo. No pude seguir escondiéndole a Agnes que no estoy bien físicamente. Cuando se lo confirmé, se sintió muy mal e incluso estuvo a punto de ponerse a llorar. Me preguntó por qué no le contaba las cosas, por qué le había ocultado algo tan importante, por qué quería protegerla de esa manera. Me dijo que lograba justo todo lo contrario y que no quería que volviese a esconderle algo tan importante. Tiene toda la razón del mundo. A las dos nos preocupa sobre todo que me maree con tanta facilidad y que me siente mal la comida con tanta frecuencia. He llegado a vomitar alguna vez, pero sobre todo siento dolor de barriga y enseguida me lleno, aunque coma muy poco. Mi hermana me dice que estoy embarazada. Evidentemente, eso no puede ser bajo ninguna circunstancia, pero, sinceramente, me encantaría que fuese eso lo que me ocurre, aun que fuese el aire quien me haya dejado embarazada. A mí sí me gustaría ser madre alguna vez, pero Agnes no quiere. Yo creo que Agnes sería una mamá muy buena y dulce. Tal vez alguna vez cambie de opinión.

Mañana saldremos de dudas. Tendré que decirle al médico que también noto que me duelen mucho los huesos cuando camino, algo extrañísimo que nunca me ha ocurrido antes. Estoy muy asustada, pero no quiero decírselo a Agnes porque ella también lo está y no quiero alimentar su miedo. Agnes no me dice nada de eso porque tiene tanto miedo que no puede ni pensar. Yo noto que finge que no le da importancia e incluso me dice que no tengo que preocuparme por nada, que estoy muy bien, que no me ocurre nada, pero sé que no piensa exactamente eso, que piensa todo lo contrario y que tiene más miedo de lo que me quiere transmitir. Mañana ella me acompañará al médico. No le he pedido que me acompañe. Se ha empeñado ella en hacerlo. Me ha dicho que no me dejará sola en ningún momento y que ésa fue la última vez que viví sola una preocupación así tan grande.

Mañana va a ser un día muy importante por muchos motivos. Agnes no irá a trabajar porque todavía está enferma, pero me ha dicho que irá conmigo a la cafetería para ayudarme en todo lo que necesite. Silvia también estará allí porque Agnes no va a ir a primera hora. Silvia es mucho más comprensiva de lo que parecía, sobre todo con Agnes. Ha sido ella quien le ha dicho que no vaya a trabajar tan temprano, que no madrugue tanto si todavía tiene fiebre y tanta tos y mucho menos con el frío que está haciendo en Ourense, que esto en vez de una ciudad parece un congelador, tan helado que está todo por las mañanas y con tantos grados bajo cero, que ha habido hasta cinco grados bajo cero. En la aldeíña esta mañana hacía cero grados. Es increíble que pueda hacer tanto frío en un lugar donde yo he llegado a pasar tanto y tanto calor., me acuerdo del verano pasado cuando estábamos a cuarenta y dos grados por lo menos. Qué curioso.

Estos días con mi hermana han sido muy bonitos, pero también es verdad que, desde que Agnes se puso mala, hemos hecho menos cosas. El jueves fue a trabajar ya encontrándose muy mal porque el miércoles por la noche ya empezó a tener fiebre y mucha tos, pero Agnes es muy cabezona y fue a trabajar a pesar de que Silvia le dijo que no fuese, pero fue, y el jueves fue un día durísimo para ella. Yo creo que tuvo fiebre durante todo el día. Por la tarde, cuando llegó, descubrimos que estaba a treinta y ocho por lo menos y desde entonces no ha bajado de esa temperatura. Además, es terca como una mula y no quiere tomarse medicinas. Su madre la convenció el viernes de que se tomase un triste Paracetamol. Yo tampoco estoy de acuerdo con tratarnos con ese tipo de medicinas, pero hay ocasiones en las que es necesario ceder un poco y olvidarnos un tanto de nuestra ideología, pero es que lo hizo porque tenía casi cuarenta y no había manera de que la fiebre le bajase por muchos remedios caseros que le hiciésemos.

También es verdad que Agnes ha estado muy bien tratada en todo momento y eso le impedía deshacerse en llanto, que siempre se pone muy sensible cuando se enferma. Su madre ha estado con ella como nunca la he visto y en la aldeíña hemos estado muy protegidas del frío porque hemos pasado el fin de semana en torno  a la lareira.

Pues creo que eso es lo más importante que tengo que contar. Escribiré cuando pueda explicando cómo ha ido el día de mañana y cómo han salido mis análisis. Ojalá no sea nada, por favor. Nunca he sentido tanto miedo por mi salud. Ahora me arrepiento de tantas cosas... Me arrepiento de haber intentado quitarme la vida hace unos meses, pero también entiendo que la mente te puede traicionar muchísimo cuando estás tan mal. Ay, por favor, que no sea nada...

2 comentarios:

  1. Artemisa ya empieza a trabajar en la cafetería. Entiendo sus nervios,querer cubrir la expectativas de los demás, y las de uno mismo y temer no poder hacerlo. Yo además, le añado el miedo por realizar un trabajo nuevo y no tener ni idea de como se hace. Seguro que le irá de fábula. Silvia al final resulta ser más comprensible de lo que era (al principio no me gustaba mucho, explotando a Agnes tantas horas). Lo siento por la pobre María, a ver si las cosas le van mejor.

    Me he reído mucho con la opinión de Artemisa sobre las oposiciones de Agnes. Creo que en el fondo, esa es tu propia opinión sobre esto, que tu misma te preguntas que narices haces estudiando eso jajajaja. En el fondo, es una forma de intentar ganar en calidad de vida a largo plazo, pero claro, no es un camino fácil...y ni mucho menos divertido jajaja. “Le aburre soberanamente y es incapaz de sentarse a estudiar” jajajaja, es que lo puedo entender muy bien. La idea del herbolario es muy bonita, pero también implica realizar un gran esfuerzo, aunque este tema les gusta.

    Es una pena que se haya marchado Casandra, la pobre ha llorado mucho. Yo creo que en estos días han recuperado el tiempo perdido y ahora están más unidas que nunca. También me he reído cuando Casandra le ha dicho a Artemisa “tú no tienes que meter las narices en eso” con respecto a los escritos tristes de Lúa jajaja, es tan bruta a veces. Es verdad, la pertenece a su madre o a Agnes.

    Queda por saber los resultados del análisis de Artemisa. ¿Que le pasará? Espero que sea algo leve. No me extraña que a Agnes le haya sentado mal que no le avisase de que se encontraba mal. No debería ocultar esas cosas, y menos a su pareja. Ella es así, no quiere preocupar. Es bonito que Agnes le quiera acompañar, no la quiere dejar sola. A ver que ocurre en la próxima entrada, espero que no sea algo malo...

    Como siempre, un placer leerte. Ay madre, ¡es muy tarde! Tengo que preparar todo para ir al trabajo. El tiempo pasa volando cuando lo pasas bien.

    ResponderEliminar
  2. Los horarios de trabajo, menudo caballo de batalla; de 9 a 5 es mejor que de 10 a 6, pero en el fondo da un poco igual, la pobre Artemisa va a estar pringada todo el día, pero en fin, por lo menos tiene la ilusión de empezar un nuevo trabajo. Claro, estaría mejor el herbolario que sueña, aunque posiblemente le daría mucho más trabajo, pero también más satisfacciones; lo gracioso es que ella se queda perpleja pensando en que Agnes trata de hacer oposiciones para conseguir trabajar en algo que evidentemente no es lo que le ilusiona, y no se da cuenta de que ella misma trabajando en la cafetería está haciendo exactamente lo mismo, porque ya me dirás quién puede trabajar allí por vocación.

    Y saldremos también de dudas con sus malestares, ¡mira que si al final sí que estuviera embarazada! Jajajajajaja eso sí que iba a ser un giro de guión memorable, pero ya me imagino que no, lo único que no le pillen nada raro, pobre. Si es que la salud al final es tan importante... mira Agnes, malita también, aunque hace muy bien en acompañar a Artemisa el primer día, que siempre suele ser el peor, así no se pondrá tan nerviosa.

    Es un capítulo curioso, de esos que parecen de transición, pero en realidad sí están ocurriendo muchas cosas, cristaliza la normalidad, por así decir, y cambian los modos de vida. Espero ahora saber si todo va bien con la salud de Artemisa, espero que sí.

    ResponderEliminar