domingo, 11 de noviembre de 2018

DIARIO DE ARTEMISA: JUEVES, 8 DE NOVIEMBRE DE 2018


Jueves, 8 de noviembre de 2018

No sé cuándo podré volver a escribir porque ahora voy a centrarme sobre todo en estudiar para el examen de gallego y también para el carné de conducir, que últimamente no estoy muy aplicada y quiero quitarme la autoescuela de encima lo antes posible. Además, esta tarde, Agnes y yo nos vamos a Portugal, a Oporto. Estamos las dos muy ilusionadas con este viaje. Las dos creemos que este viaje acabará de cerrar esas heridas que la vida nos ha hecho en el alma. Será un punto y aparte en nuestras vidas, marcará un antes y un después. No quiere decir que las dos tengamos puestas muchas expectativas en este viaje, sino que ambas intuimos que va a ser muy especial. Siempre nos ha gustado mucho descubrir juntas lugares del mundo donde no hemos estado nunca. Agnes también está muy ilusionada con este viaje y me ha dicho varias veces que hace mucho tiempo que ansía conocer Portugal. También tengo que decir que ella sí está comenzando a estudiar, aunque dice que todavía se tiene que aplicar más. Por eso no escribirá tanto a partir de ahora. Yo iré escribiendo de vez en cuando, pero creo que ella ya no va a escribir tan seguidamente como antes.

Debo decir que las dos nos sentimos como si todo brillase hasta encandilarnos. Tengo continuamente la sensación de que nuestra vida está sólo llena de bendiciones. Es cierto que ambas sentimos mucha tristeza cuando nos acordamos de Lúa, pero esa tristeza no nos impide centrarnos en toda la felicidad y el amor que inundan nuestros días. También quiero decir que noto que Agnes se ha curado definitivamente, aunque es algo que no me atrevo a afirmar con rotundidad. La última vez que escribí, no hablé de que, el lunes por la noche, Agnes tuvo una pesadilla horrible de la que me costó mucho despertarla. Esa pesadilla la dejó muy desorientada, sin saber dónde estaba ni en qué momento de su vida se hallaba; pero, cuando al fin supo que todo lo que había soñado era sólo eso, un sueño, fue como si de súbito alguien le retirase de su mente las últimas brumas que su enfermedad había dejado abandonadas en su memoria y en su alma. Está distinta desde entonces y me ha dicho ya varias veces que tiene la sensación de que los recuerdos más horribles de su vida están gritando con furia por última vez en su vida, que sabe que después ya no le hará tanto daño recordar todo lo que vivió en el hospital. A mí que diga eso me emociona muchísimo porque, cuando la oigo hablar con tanta seguridad, creo firmemente que ya nunca más volverá a caer en esa tristeza tan honda y destructiva que tanto la destrozaba, que los momentos oscuros han quedado atrás para siempre y que a partir de ahora Agnes ya podrá ser totalmente libre para siempre. También tengo que confesar que se me llena el alma de culpabilidad cada vez que soy consciente de que Agnes se ha curado al fin, aquí en su tierra, porque, por culpa mía, ella no pudo curarse antes. Sé que, si Agnes hubiese vuelto a Ourense antes, se habría ahorrado mucho sufrimiento, habría estado lejos del peligro desde mucho antes. Y me estremezco cuando pienso en que ella no me guarda rencor por mi negligencia, que ella me ha perdonado todos los graves errores que he cometido con ella, porque yo me he equivocado mucho con Agnes, tanto que muchas veces no soy consciente del alcance de mis errores; pero Agnes no me guarda rencor por nada y eso es la muestra más potente de que me ama de verdad, con una sinceridad y una fuerza que no caben en el mundo. Me ama con toda su alma, de una forma plena y constante que nunca se desvanecerá. Es eso lo que siento cada vez que nos miramos, que nos sonreímos, que nos hablamos, que nos tomamos de las manos, que nos abrazamos, nos besamos y estamos tan íntimamente unidas, compartiendo nuestra alma y nuestro cuerpo como si no hubiese más días ni momentos en el mundo ni en la Historia. Oigo tanto amor en su voz cada vez que me dice que me ama, cada vez que pronuncia mi nombre adornado con el cariñoso diminutivo con el que tanto me acoge... Y me siento tan feliz, tan afortunada que no sé ni expresarlo. Hacemos planes juntas continuamente, nos reímos con nada, estamos tan unidas que me parece mentira que alguna vez pudiésemos vivir separadas.

Además, el otoño de Ourense vuelve mucho más bonitos todos los instantes que compartimos. Está lloviendo mucho esta semana, el cielo casi no desprende luz y la lluvia impregna de un olor delicioso todos los rincones de la ciudad. Parece como si los campos, los bosques y las montañas nos enviasen su aroma para que podamos respirar con profundidad y nitidez, limpiándonos los pulmones como el cielo limpia la tierra. También estamos planeando ir a visitar a mi hermana en Navidad y pasar las fiestas con ella. Tengo ganas de volver a ver a mi hermana e incluso a Agnes parece que le haga ilusión ir a visitarla y estar con ella en su casa unos días. Ahora es que Agnes está tan distinta... De verdad, es una mujer distinta que mantiene toda la esencia de la mujer que yo siempre he amado. Sus virtudes se han hecho más brillantes y fuertes y sus ojos ya no irradian ni la menor sombra de impotencia, timidez o inseguridad. Es ella por completo, aunque es evidente que sigue siendo tímida, a pesar de que esa timidez ya no la detiene si tiene que hablar con personas que no conoce. Yo creo que trabajar en la cafetería está yéndole muy bien.

Todavía no hemos quedado con las amigas de Lúa. Ni siquiera conozco a Silvia; la mujer que le ha dado trabajo a Agnes. No se ha dado la ocasión de quedar todavía, pero Agnes me ha dicho ya varias veces que Silvia está deseando conocerme. De quienes no sé nada son las chicas del templo. No nos han escrito a ninguna de las dos, ni siquiera a Agnes le han escrito desde que llegó a Galicia y a mí tampoco me han preguntado cómo estoy, sabiendo alguna de ellas que había venido a Galicia porque quería recuperar a Agnes. Sin embargo, no me sienta mal que pasen tan olímpicamente de nosotras. Eso demuestra que no fueron amigas de verdad. En realidad, de momento no necesitamos a nadie con quien quedar porque estamos tan a gusto solas... pero también es verdad que no podemos aislarnos y construirnos un mundo donde solamente estemos nosotras dos. La verdad es que sí me gustaría que Lúa estuviese viva, siendo nuestra amiga. No lo he expresado nunca aquí, pero sí me duele que ella se haya ido así. No es justo. Considero que se merecía vivir más y disfrutar más de nuestra amistad y de la vida.

Mas poco a poco la negrura de la tristeza se va desvaneciendo. Agnes nunca va a olvidar a Lúa porque fue alguien muy importante para ella, pero sí es cierto que, gracias a que estamos juntas, sufrir su ausencia le resulta menos costoso. Yo tengo que confesar que soy plenamente feliz, muy feliz, y sé que esta felicidad ya no se va a rasgar. Agnes también lo es. Sé que a ella le cuesta creerse que lo que vivimos sea real. Me ha dicho muchas veces que teme despertarse, que nuestra vida le parece tan bonita y mágica que le cuesta creerse que no sea un sueño. Y me trata con tanto amor que muchas veces siento que me derrito, que pierdo la sensación de la gravedad, que directamente la gravedad desaparece y sólo me siento envuelta por nuestro amor. Me siento flotar en una nube que se engrandece y se templa a medida que nos alejamos de la realidad, conforme nos internamos en nuestra mágica verdad. Mi hermana dice que Agnes y yo no somos almas gemelas, sino almas complementarias, almas que se complementan, y es cierto. Yo sin Agnes no soy yo, no estoy completa. No se trata de dependencia. Agnes forma la mayor parte de mi ser y sin ella yo no tengo sentido. Agnes también ha descubierto que, si no está conmigo, no puede ser la misma persona, es otra persona distinta. Es verdad que cuando estuvo con Lúa era ella misma, pero me ha confesado que, continuamente, sentía que le faltaba algo, que no estaba bien, que era feliz con Lúa, se sentía plena con ella, pero que, cuando se quedaba en silencio por dentro de ella, podía oír cómo su alma me llamaba, aunque ni siquiera ella misma lo quería reconocer. También, Agnes me dijo que era muy significativo que ella presintiese el momento en el que yo pretendía tirarme al río Miño. Me ha dicho que no fue una intuición, sino un aviso; un aviso que se le transmitió a su alma a través del lazo que nos une, que conecta su alma y la mía. Y eso es totalmente cierto. Agnes no intuyó el hecho de que yo podía morir. Lo que sintió fueron mis intenciones y eso es mucho más potente que cualquier acontecimiento que demuestre físicamente que nos queremos. No fuimos nosotras quienes tuvimos que demostrarle al mundo que nos amamos. Fue el destino quien nos hizo saber cuánto nos queremos, cuán fuerte puede ser la conexión que nos convierte en una sola alma.

Agnes también me ha dicho que, aunque estuviese bien con Lúa mientras duraba su relación, nunca dejó de pensar que yo era la persona junto a la que quería envejecer y estar hasta que su vida se apagase y que estar tan segura de ello la desorientaba mucho porque, cuando pensaba en ello, se preguntaba por qué estaba tan convencida de que quería compartir la vida con Lúa, aunque fuese sólo por unos meses. Me ha confesado que, desde que nosotras nos separamos y ella empezó a salir con Lúa, se había sentido como si alguien pensase por ella, como si hubiese alguien por encima de ella decidiendo lo que viviría. Y tal vez sea verdad que alguien se encargó de escoger qué hechos viviría. Lo que es innegable es que hay algo mucho más fuerte que cualquier otra cosa y ese algo es nuestro amor; el que ha sobrevivido a la muerte tantas veces, el que sigue tan vivo y tan indestructible.

También me ha confesado que no concibe vivir sin mí, que soy la luz de todos sus días y que el otoño sobre todo es hermoso porque estamos juntas, la vida es vida porque estamos juntas, y eso no va a cambiar nunca.

Creo que ya voy a dejar de escribir. Tengo muchas cosas que hacer, entre ellas preparar la maleta para este fin de semana. Ya contaré pronto cómo fue todo. Sé que va a ser maravilloso.

 

 

 

 

2 comentarios:

  1. Con lo inteligente que es Artemisa, seguro que consigue sacarse el carnet de conducir y aprobar el examen de gallego. Estoy deseando leer los capítulos de Artemisa conduciendo y Agnes de copiloto, no sé si atemorizada o hasta intentando ayudarla a no cometer errores conduciendo jajaja.

    El viaje a Oporto seguro que les aportará cosas muy positivas y buenas, puede que fortalezca mucho más su relación. Por cierto, sorprendente es que Agnes no descarte la idea de ir a Barcelona a ver a Casandra, espero que no lo pase mal y que el viaje le aporte cosas positivas. Quizás, volver a Barcelona sea una terapia que ni ella misma sepa, que le haga más fuerte, enfrentarse a sus miedos, o incluso terminar de cerrar un capítulo de su vida para abrir otro muy distinto. Está claro que las cosas han cambiado, Agnes parece recuperada y espero que el estar lejos de Galicia, aunque sean unos días, no le perjudique.

    En esta entrada, con todas las palabras de Artemisa, se demuestra una vez más que su amor es para siempre, y como bien dice Casandra, no son almas gemelas, son algo más poderoso, almas complementarias.Es precioso y creo que es una gran verdad. A ver que tal les va el viaje a Oporto, estoy deseando descubrir si todo fue bien y si Agnes se sintió agusto. Que maravilla poder leer tus entradas sin interrupciones y con total tranquilidad. Bueno, dentro de muy poquito podré leer cuando me plazca, sin problemas de tiempo y a la hora que me apetezca jijiji.

    Como siempre, es maravilloso poder leerte. Por favor, no dejes de escribir, no lo hagas nunca, no renuncies a ello. A mi me da igual los demás, yo disfruto leyéndote y saber que tengo capítulos ahí esperando a ser leídos es para mi un aliciente y me hace ilusión.No renuncies a escribir, si tu escribes, me das fuerzas para hacerlo a mi.

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  2. Bueno, bueno, a ver, eso que dice Agnes de que cuando estaba con Lúa en realidad pensaba que Artemisa era el verdadero amor con el que iba a envejecer, pues bueno, sí, muy bonito, perooooo... me parece un poco ventajista el argumento, que si la pobre Lúa no se muere no veo yo a Agnes cambiando nada, ¡un poco carota sí que es! jajajajajajaja pero bueno, se lo perdono porque ahora todo le va bien y le gusta hasta embellecer el pasado, en fin, que nadie es perfecto ni clarividente, pero me parece a mí que se ha pasado un poquito de vueltas. Por otra parte, es gracioso ver cómo siguen enfrentándose a los exámenes, qué lata, que si el gallego, que si la autoescuela... no sé por qué me parece a mí que llega un momento que somos menos pacientes para esas cosas, ojo, no que tengamos menos capacidad de aprender, eso no, pero que nos tengan que juzgar y calificar personas que posiblemente se nos quedan por debajo en muchos aspectos a veces despierta una especie de sensación de "¿en serio? ¿tú me tienes que juzgar a mí?" Jajajajajaja, bueno, pero lo llevan bien.

    Me gusta también que aparezca Casandra, que se cite a Silvia, a las amigas de Agnes, porque todo eso representa la salida de un proceso en el que las dos han tenido que luchar hombro con hombro, ahora el campo se abre, y lo mismo vale con las menciones a Oporto, a otros lugares más allá de Galicia, aunque sé que Agnes siempre volverá enseguida pero es un signo de normalidad que los horizontes se abran. Parece que todo va bien, y con raíces bien puestas, es un gustazo leer capítulos como este.

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