Miércoles, 1 de
agosto de 2018
Qué ganas
tenía de escribir para contar todo lo que he vivido desde la última vez que
escribí. La felicidad y la emoción que siento no me permiten decidir con
claridad las palabras con las que quiero explicar todo lo que ha pasado y
además hacen que me tiemblen las manos. Ahora mismo me encuentro sentada en la
hierba, entre los árboles. Está amaneciendo. Me apetecía mucho salir a correr
por aquí mientras el cielo se llena de luz, pero ésta es la primera mañana en
la que he tenido la oportunidad de hacerlo. He sentido muchísimas cosas
mientras corría entre los árboles, sintiendo el fresquito de la madrugada y
también el que quedaba de la noche, protegido entre los troncos. Las noches
aquí son muy frescas y agradables. Se puede dormir perfectamente mientras,
según me ha dicho mi hermana, allí en Cataluña están cociéndose de calor. Aquí
no es así para nada. Dormimos con la ventana medio abierta (estas ventanas no
tienen persiana) y entra un fresquito tan delicioso que incluso sientes la
necesidad de cubrirte con la sábana y con una colcha fina que tenemos. Además,
no sólo entra por la ventana el fresquito de la noche, sino también el aroma de
las hojas, el de la humedad (Agnes lo llama “orballo”) y también entra el
silencio profundo de la noche, el que está lleno del canto de los grillos, de
algunas aves nocturnas y de la voz Del Río, la que suena a lo lejos, escondida
entre los troncos de los árboles. De verdad, hacía muchísimo tiempo que no me
encontraba en un lugar tan lleno de paz. Es cierto que dormí aquí la semana
pasada, pero los días que pasé aquí yo no estaba bien. Todavía estaba dominada
por esos celos horribles que no me dejaban pensar ni sentir con claridad y
mucho menos disfrutar de la vida y de la gran cantidad de cosas que este lugar
podía ofrecerme. Ahora sí tengo el alma limpia, ahora sí puedo permitir que la
magia de este lugar me invada por completo, ahora sí puedo sentir el inmenso
hechizo que cae sobre mí cada vez que miro a mi alrededor y percibo toda la
hermosura de este rincón del mundo. Ahora sí puedo entender por qué Agnes lo
ama tanto, ahora sí puedo reconocer que me parece precioso, que no he visto
lugares como éste, que es tan bonito que me gustaría que el resto del mundo
desapareciese.
Agnes
vino a verme el martes, o sea, ayer, que parece que haga más tiempo, pero
porque todas las horas que estamos viviendo están tan llenas de vida que no
parecen horas, sino días enteros, de lo intensas que son; y a la vez el tiempo
pasa tan rápido... No puedo creer que ya lleve una semana en Galicia, pero qué
diferentes están siendo estas horas a las de la semana pasada. Me recuerdo tan
mal, tan inmersa en ese estado de rabia y celos que me pregunto cómo es posible
que me soportase a mí misma. Lo he pasado muy mal, pero ya todo eso queda
atrás. Ahora me siento tan llena de dicha, de bendiciones y de amor que me
cuesta mucho creerme que la mujer que tan mal se comportó el sábado con Agnes y
con Lúa sea yo. No me identifico nada con esa versión horrible de mí misma.
Pero
quiero hablar de cómo fueron las cosas. Ayer vino a verme Agnes dispuesta a
arreglar las cosas. Yo, durante los días que pasé sola en Ourense, estuve
reconciliándome con la posibilidad de vivir allí dentro de poco. Esos días
llenos de soledad me habían servido para entender muchas cosas; e incluso tengo
que reconocer que, aunque parezca extraño, la misma ciudad de Ourense me ayudó
a entender esas cosas que yo me negaba a comprender, que yo me negaba a
aceptar. Fue como si Ourense me hablase y me hiciese entender que, si yo amaba
a Agnes de verdad, tenía que aceptarla con todo lo que era, que, si la amaba y
quería estar con ella teniéndola plenamente, tenía que vivir allí, que no podía
alejarla de ese lugar, que ella depende de estar aquí para encontrarse bien.
Poco a poco, fui comprendiendo que yo no podía jugar así con la salud anímica
de Agnes. Es cierto que el vínculo que la une a su tierra no es algo común,
pero es parte de ella misma. Es cierto que no es algo muy normal que pueda
enfermarse tanto si se encuentra lejos de su tierra, pero es así, es lo que
ocurre, y ella no tiene la culpa de eso. Comprendí que, si me importaba la salud
de Agnes, tenía que mudarme aquí, tenía que renunciar a todo eso que yo pensaba
que me hacía feliz, todo eso que yo necesitaba para sentirme yo misma; pero
también he entendido que nada es más importante que la salud de la persona que
amamos. No se trata de que a Agnes le guste este lugar para vivir. Se trata de
que puede enfermarse si no está aquí y eso ya lo he comprobado tantas veces que
no me apetece hacerlo otra vez. Sé que, si la obligo a regresar a Cataluña, va
a deshacerse y es muy posible que me cueste mucho recuperarla. Y a mí me gusta
muchísimo esa Agnes que sonríe y ríe con tanta libertad, que es feliz, que
puede disfrutar de cada momento y de cada detalle de la vida. Yo no quiero
tenerla mal, no quiero que vuelva a perder la ilusión de vivir.
Ahora no
sé cómo explicar lo que siento, pero es que, como le dije ayer por la noche, me
quedaría aquí para siempre. Es verdad que tendría que hacer algunos cambios en
mi vida. Por ejemplo, se me ha pasado por la cabeza sacarme el carné de
conducir, aunque nunca me han gustado nada los coches y creo que odio conducir,
a pesar de que nunca lo haya probado. También le dije que estaba pensando en
pedirme una excedencia en el trabajo de un año y así poder definir nuestra
situación. Ahora mismo el suelo de nuestra existencia está temblando como si
hubiese un terremoto, pero no me impaciento, la verdad. No sé lo que me ha
pasado, pero tengo que reconocer que todo lo que antes me impedía aceptar que
tendría que vivir aquí se ha desvanecido. He sentido en mi alma lo que sería
perder a Agnes por culpa de mi tozudez, he sentido en mi piel y en todo mi
cuerpo lo helada que me quedaría sin ella. Estos días que he pasado sola en
Ourense, caminando por las calles de esa ciudad que ella ama tanto (la única
ciudad del mundo que ama, me parece a mí), he sabido cuán equivocada he estado,
cuán egoísta he sido. No puedo seguir comportándome así. Tengo que pensar en
ella si la amo, si me importa de verdad que esté bien. Agnes no es alguien
sencillo, es decir, si ella está mal, está mal de verdad, sus desánimos no son
esos desánimos que podemos sentir un día determinado en el que todo nos cuesta
y en el que nos sentimos morir de tristeza. Sus desánimos son algo muy fuerte,
son algo serio de verdad, y eso tengo que tenerlo en cuenta.
Cuando
ayer fue a buscarme a Ourense, enseguida me di cuenta de que estaba dispuesta a
renunciar a cualquier cosa por mí, para recuperarme, aunque también fue muy
clara conmigo y me dijo que, si la amaba y amaba todo lo que ella era, tenía
que aceptarla con su identidad, que en lo que ella es entra su identidad, y
también me dijo que sabía que, si se queda aquí, su enfermedad no la atacará
tanto como allí en Cataluña, que sabía que, si se iba, volvería a estar muy mal
y no quería vivir eso otra vez. Yo eso ya lo había entendido hacía horas
gracias a esos paseos que me había dado por Ourense, en los que de verdad
sentía que había algo que me hablaba y me ayudaba a comprender las cosas.
Nuestra reconciliación
fue muy bonita, aunque a mí me costó mucho aceptar mis errores y perdonarme a
mí misma. Lloré muchísimo delante de ella, pero creo que ese llanto me limpió
el alma. A partir de entonces, todo ha comenzado a brillar de un modo
impresionante. Por la tarde quedamos con Lúa y estuvimos tomando un helado en
Ourense mientras hablábamos con calma de todo. Es increíble, pero ahora es que
no entiendo de dónde saqué yo todo eso que pensaba, en qué veía yo que Lúa y
Agnes estaban engañándome, que estaban juntas a mis espaldas. No hay nada raro
entre ellas. Qué paranoica he sido. Agnes ha estado conmigo todas las horas
desde que llegamos a su aldea. Me trata como si me mereciese todo el amor del
mundo, cuando he sido tan injusta e incluso cruel. Además, no puedo evitar
emocionarme cada vez que siento la dulce manera como me trata Anxos, la madre
de Agnes. Qué mujer más buena. Es tan buena que me da pena saber que ha sufrido
tanto. Yo creo que hubo alguien que las engañó a las dos, alguien que les
ocultó información y que jugó con sus vidas injustamente.
Incluso
Lúa me parece un encanto. Me trata como si nada hubiese pasado, como si todo
aquello no hubiese sido real. Me hace reír mucho con sus ocurrencias. Ahora
entiendo por qué Agnes se reía tanto con ella. Es muy graciosa y tiene un humor
muy divertido. Además, cuando estamos las tres juntas, es que es imposible no
reír y reír. Me gusta estar así, compartiendo con ellas esos momentos tan
bonitos. Además, a las tres nos gusta mucho la naturaleza y podemos entendernos
perfectamente en lo que sentimos. Y otra cosa que me sorprende mucho es que
Lúa tiene creencias parecidas a las nuestras. No cree en la misma religión que
nosotras, pero es muy parecido todo lo que cree e incluso hemos insinuado que
podríamos celebrar un ritual juntas. Ella es más bien celta y es que no me
extraña.
Llevo muy
poco tiempo aquí, verdaderamente, quiero decir que en realidad llegué de verdad
ayer por el crepúsculo y me parece que ya he vivido aquí mucho tiempo, pero no
porque se me haya hecho largo, sino porque me siento cada vez más bien aquí,
más tranquila. Y es que también tengo que reconocer que esta tierra me ha hecho
darme cuenta de lo necesitada que estaba de hallarme en un lugar tan tranquilo.
Necesitaba muchísimo hallarme en la naturaleza para reencontrarme conmigo
misma. Es verdad, yo no estaba conmigo misma. Agnes tenía razón cuando afirmaba
que la vida que llevábamos allí estaba separándome de mí misma, que yo estaba
cambiando demasiado, que yo antes no era así, que me importaban más cosas que
no tenían tanta importancia que lo verdaderamente relevante, y es que tenía
muchísima razón, aunque es ahora cuando lo percibo, es ahora cuando lo
entiendo. ¿Por qué me empeñaba en silenciar esa parte de mí que también
prefiere hallarse en un lugar así en vez de en una inmensa ciudad llena de
estímulos? Es verdad que allí tenía una vida muy sociable, pero aquí también
podemos tenerla y en realidad yo tampoco necesito a tanta gente para sentirme
bien. Con Agnes ya lo tengo todo.
La madre
de Agnes opina que tendríamos que dejarlo todo y quedarnos aquí si tan felices
nos sentimos, que aquí podemos vivir perfectamente, dice que esta casa es
nuestra también (básicamente porque Agnes la heredará cuando ella no esté, pero
nadie quiere pensar en eso) y dice que, si lo necesito, puedo contratar
internet y lo que haga falta, que ella nunca pensó en esas modernidades, pero
que yo sí las necesito e incluso me ha propuesto que dé clases a distancia, que
dice que hay alguna amiga suya que lo hace, que da clases desde la aldea, y no
me parece una idea tan descabellada, la verdad; pero no sé qué tengo que hacer
para conseguir eso. Pienso que podría dar clases en alguna universidad a
distancia, de ésas que ofrecen hacer la carrera por internet. A Agnes le parece
una idea estupenda, pero también me dice que tengo que pensar en lo que me
gustaría hacer. Ahora, la verdad es que prefiero no pensar en nada. Prefiero
vivir estos días con toda mi alma, recuperando el tiempo que yo he destruido
sin estar con Agnes. Ahora siento que la tengo más plenamente que nunca. Tengo
conmigo a mi Agnes de verdad, con toda su esencia, y creo que nunca la he
tenido así, nunca. Me siento tan feliz cuando estamos juntas que sólo siento
que en este pequeño rincón del mundo tenemos incluso nuestro mundo, y siento
que nos une algo muy fuerte. Tiene que ser muy fuerte también lo que nos une
para que siga latiendo con tanta fuerza después de todo lo que ocurrió, que fue
muy triste e incluso grave, como dice mi hermana. Lúa y Casandra (sin conocerse
de nada, piensan lo mismo) dicen que hemos superado una prueba muy importante y
grande, que, si nuestro amor no hubiese sido de verdad, lo que ocurrió podría
habernos separado perfectamente. Y creo que tienen razón, mucha razón. Agnes y
yo también lo pensamos.
Pues de
momento eso es todo lo que quería contar hoy. Agnes ya estará esperándome en su
casa con el desayuno preparado. Ah, otra cosa que no me extrañaría es que yo
saliese de aquí hablando gallego. Me parece raro que mi hermana me hable en
castellano. Cada vez que se lo digo, se ríe con ganas. Agnes me dice que ya
podría hablarlo perfectamente, pero no me atrevo a hacerlo.
Y ya
seguiré escribiendo en otro momento.
Han superado una prueba pero de las gordas. Los celos de Artemisa casi destruyen su relación pero con el amor que se tienen han conseguido superar todo eso. Es maravilloso que ahora Artemisa vea las cosas de otra manera, que esos celos terribles hayan desaparecido. Eran celoso muy violentos y es extraordinario que haya conseguido dominarlos por completo. Ha necesitado sufrir en su piel las consecuencias y la posibilidad de perder a Agnes. Ahora que todo pasó, puede ver las cosas desde otra perspectiva. Ahora es cuando está difrutando de su estancia en Galicia junto a Agnes. Se da cuenta lo maravilloso que es ese lugar, de lo mágica que es Ourense e incluso está fascinada con ella. Ahora ve las cosas de otra manera, contemplando la posibilidad de trabajar y vivir allí con alegría. Ha rectificado a tiempo, y rectificar, es de sabios. ¡Hasta podría sacarse el carnet de conducir! Eso habría que verlo jajaja, tiene que se divertido, ella conduciendo temerosa y Agnes vomitando por la ventana jajaja. Me alegra que las cosas se hayan solucionado, pero tengo una espinita que me dice que tan maravilloso no puede ser todo...Intuyo que algo pasará y ademá, he captado palabras que has ido diciendo durante el verano que me hacen deducir que las cosas se complicarán más. Aiins, miedo me da todo. Por el momento todo está bien, aprovecharé esta armonía tan bonita y me empaparé de ella antes que se desvanezca. Un capítulo cortito, pero muy bonito y sobretodo, necesario. Tenía muchas ganas de saber lo que pensaba Artemisa, su visión sobre lo que estaba ocurriendo. Está enganchadísimooo!
ResponderEliminarEs una noticia muy importante, desde luego. Me pregunto qué es lo que ha removido a Artemisa hasta el punto de ceder, porque ella lo dice, que no quiere que Agnes enferme si regresa a Catatuña, etc., pero las personas tenemos un modo de pensar que no resulta sencillo de tirar abajo así como así, es decir, ya tenía muchísimos prejuicios, no solo con el asunto de Galicia y todo lo que está a su alrededor, sino también por Lúa, de la que ahora tiene una buenísima opinión. Es curioso que se mencione la influencia de Orense, pasear por sus calles, porque es verdad que los lugares nos afectan, los olores, los sonidos, todo, y realmente es una zona tan bonita que si tienes una mente un poco abierta no es tan descabellado que te plantees hacer un cambio total de vida, después de todo ¿por qué no? Este es posiblemente lo que está pasando en la cabeza de Artemisa, tras el infierno de los días anteriores todo se ha sacudido, y tal vez eso ha propiciado el que Artemisa admita ahora lo que siempre le pareció inamovible, y es que todo se puede cambiar. Posiblemente esa es la razón por la que ahora se plantea aprender a conducir, porque se le ha sacudido el esquema mental y ahora ve al alcance cosas que le parecían imposibles o muy difíciles. Romper los esquemas mentales es una de las técnicas para superar bloqueos, cuántas veces nos vemos así, atados, encerrados, inmóviles porque creemos que todo a nuestro alrededor está en contra y que la solución es totalmente imposible... y a menudo somos nosotros mismos, al limitarnos, los que hacemos inviable cualquier situación. La palanca que ha roto todo eso ha sido el amor, tampoco de ello tengo duda, el que siente por Agnes. Y eso no puede sino significar que las cosas deben ir a mejor... esa es la impresión con la que me quedo. Me ha encantado.
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