Martes, 24 de
julio de 2018
Estoy en un AVE que está llevándome a Madrid, desde donde tomaré un
Albia que me llevará a Ourense. Al fin me decidí a ir a Galicia. Ni yo misma me
puedo creer que al fin me haya decidido. Estoy muy nerviosa, no sólo porque al
fin vaya a reencontrarme con Agnes, sino porque estos días no me comporté bien
con ella. Tengo mucho por contar y no sé ni cómo describir todo lo que he
vivido estos días. No me he atrevido a escribir desde la última vez que lo hice
porque era incapaz de explicar lo que me estaba pasando. He estado tan mal que
ni siquiera podía pensar en mí misma. A veces se me iba el hambre por completo
y otras no dejaba de comer. No he dormido bien desde que Agnes se fue. Tengo
pesadillas en las que la veo alejándose de mí y cuando hablo con ella soy
incapaz de demostrarle cuánto la echo de menos. Cuando hablo con ella, lo único
que le transmito es desconfianza, celos y rabia y ella se da cuenta de todo. El
domingo mantuvimos una conversación horrible en la que yo le dije cosas
espantosas. La acusé de abandonarme, le dije que me había decepcionado, que no
me esperaba que fuese tan egoísta, que no entendía cómo podía tener la poca
vergüenza de pasarse los días enteros con otra mujer sabiendo que yo estoy
pasándolo tan mal, que no entendía por qué no había vuelto si conocía
perfectamente lo que yo estaba sintiendo y más cosas que sé que le dolieron
muchísimo, que sé que se le clavaron en el alma como si fuesen puñales.
Después, al cabo de una hora, volví a llamarla y noté que tenía la voz llena de
lágrimas, como si hubiese llorado muchísimo, y me dijo que había estado
hablando con su madre. Eso me hizo sentir fatal porque me imaginé que Agnes
estaba contándoselo todo a su madre y me dio mucho miedo que su madre estuviese
forjándose una mala imagen de mí; pero ayer descubrí que no había sido así para
nada.
Esa segunda vez que hablé con Agnes, ella me pidió que la llamase
más tarde. Me dijo que en esos momentos todavía no le apetecía hablar. Entonces
la llamé por la noche y al final todo acabó muy bien, pero es cierto que tuve
que tragarme mi orgullo y le pedí perdón con toda mi alma; pero sé que los
celos todavía no han desaparecido por completo. Lo peor fue que, al ver que yo
me había calmado, ella me confesó que podía que yo sí tuviese algunos motivos
para desconfiar de ella. Me dijo que no había hecho nada malo, pero que tenía
que reconocer que Lúa sí le gustaba algo. Eso me hizo sentir muy mal y otra vez
estuve a punto de meter la pata, pero me callé y seguí escuchándola, sin decir
nada. Me dijo que el sábado por la noche habían estado bailando muchísimo rato
y bebiendo mucho vino, me dijo que tal vez más del que tendrían que haber
bebido, y que sintió cosas que puede que no estén bien, pero que no lo pudo
evitar y que aún así no pasó nada. Me dijo millones de veces que el amor que
sentía por mí no había cambiado ni un ápice, que sigue amándome como siempre,
que me necesita, que el hecho de que Lúa le guste un poco no tiene nada que ver
con lo que siente por mí, que lo que siente por mí está por encima de cualquier
cosa y al final me convenció. Además, antes había estado hablando con mi
hermana y ella me ayudó a entender que es imposible que eso no nos pase nunca,
que es imposible que, aun estando enamorados de una persona, no puedan
gustarnos otras personas, que lo que le pasa a Agnes es normal y que lo que
tengo que apreciar es que ella me dice la verdad en todo momento. Yo no sé qué
creer, de todas formas. Sé que la he liado muchísimo, muchísimo, sé que le he
hecho mucho daño, pero es que me he comportado sin poder dominar lo que hacía,
de verdad. Ahora espero solucionarlo todo yendo a su tierra mucho antes de lo
que tenía pensado ir. E iré sin que ella lo sepa.
Ayer por la tarde me entró otro ataque de celos al ver que la
llamaba al móvil y que no me lo cogía. Sin poder dominarme, llamé a su casa y
me morí de vergüenza cuando oí que me lo había cogido su madre. En ese momento
pensé en colgar, pero me salió la voz sola y dije: “Hola, soy Artemisa”. A la
madre de Agnes le hizo una ilusión inmensa oír mi voz, me lo demostró
diciéndome que se alegraba muchísimo de hablar al fin conmigo. Me hablaba en
castellano; un castellano muy torpe y gracioso, la verdad, así que le dije
enseguida que a mí podía hablarme en gallego, que estoy acostumbrada a oírlo
porque Agnes lleva mucho tiempo hablándome en gallego y eso le hizo sentir
muchísimo más tranquila. Me dijo que Agnes estaba en el río, pero que creía que
no tardaría en llegar. Entonces me preguntó cuándo tenía pensado ir y me dijo
que tenía que ir cuanto antes, que no tardase más si podía ir ya. Yo le dije
que tenía pensado ir el jueves, pero que podía cambiar de opinión y me animó a
hacerlo. Me dijo que Agnes estaba deseando que fuese, que me echaba mucho de
menos, que no me imaginaba cuánto me extrañaba y que tenía que venir ya si ella
me importaba, aunque me lo dijo con otras palabras más delicadas, por supuesto.
También me dijo que ella estaba a punto de volver a Cataluña, que volvería si
yo no iba ya. Me dijo también que ella estaba deseando conocerme, que avisase
con tiempo cuándo iba a ir para que pudiesen prepararme una cena muy bonita,
que los avisase para que pudiesen ir a comprar a Ourense y para que les diese
tiempo a prepararlo todo. Lo que más me conmovió fue la forma de hablar de
Anxos (la madre de Agnes, aunque todos la llaman Anxiños). Tiene exactamente el
mismo acento que Agnes y, aunque parezca una tontería, a mí eso me llegó al
alma. Agnes no es la única gallega que conozco, es decir, he escuchado miles de
veces su acento en miles de personas, pero nunca lo había escuchado tan exacto
al de ella. No sé cómo decirlo. Al hablar con la madre de Agnes, me sentí como
si estuviese asomándome al pasado de Agnes y no pude evitar que se me llenasen
los ojos de lágrimas. Me sentí tan mal por todo lo que le había dicho a Agnes,
por lo mal que me había comportado con ella, por no haberla entendido, por
haber actuado con tanta frialdad... Pareció como si Anxos adivinase lo que
estaba sintiendo, porque me dijo que tenía que ir cuanto antes para arreglar
las cosas, que no permitiese que las cosas empeorasen, que fuese antes de que
se hiciese más tarde, y eso me convenció al instante. Le dije que iría hoy
mismo (mañana hablando desde ayer) y enseguida me dijo que sí, que era muy
buena idea. Yo le dije que no quería que Agnes lo supiese, que quería que fuese
una sorpresa, que no quería que se enterase, pero que no sabía cómo podría
hacerlo. Anxos me contestó que tenía que decirle a qué hora llegaba el tren y
entonces Damián (su irmanciño, como dijo ella) iría a buscarme. No sé cómo me
reconocerá. Supongo que Agnes le habrá enseñado alguna foto mía.
Estoy deseando llegar. Siento ahora mucha impaciencia. Quiero
remediar todo lo que he hecho. Me he comportado muy mal, pero es que de verdad
que no he sabido dominarme. No he podido hacerlo, más bien. Ya estaba deshecha
cuando Agnes se fue sin mí, sin esperar a ese día en el que iríamos juntas a
Galicia, pero más se me destrozó el alma cuando me contó que se había
reencontrado con Lúa y más aún cuando me mandó una foto en la que salían ellas
dos en la plaza de su aldea. Me quedé paralizada cuando descubrí lo guapa y
perfecta que es Lúa. No pude evitar que la sangre se me convirtiese en rabia e
impotencia. Es guapísima, es perfecta. Tiene un cuerpo perfecto, parece una
modelo, de verdad, y encima tiene unos ojos y una sonrisa hermosísimos que
deslumbran muchísimo. Para colmo, según me ha explicado Agnes, es comprensiva,
inteligente, buena, dulce, cariñosa y sabe escuchar. Encima, encima, encima, es
gallega como ella y ama tanto su tierra como Agnes. ¿De verdad no tengo motivos
para estar celosa? Y encima es que están juntas todos los días desde el martes
pasado. No se han separado casi ni un momento y encima han ido juntas a sitios
preciosos de los que han disfrutado mucho. El sábado por la tarde fueron juntas
a una fiesta, bebieron mucho y bailaron mucho las dos como si no existiese nada
más en el mundo. Es imposible localizar a Agnes por las tardes porque se pasa
las tardes con ella en el río, bañándose juntas, estando juntas. Vamos, es
imposible que no esté pasando nada entre ellas. Es que no me lo creo. Encima,
Agnes me reconoció el domingo que Lúa no le resultaba indiferente, pero que no
tenía nada que ver lo que sentía por ella con lo que siente por mí, que yo sigo
siendo la única mujer de su vida y el único amor de su existencia, pero es que
yo no sé por qué me cuesta tanto creerla. A ella le duele muchísimo que no la
crea, pero es que no sé qué creer, de verdad. Yo no me imaginé que esto pudiese
pasar.
Por eso quiero llegar cuanto antes, para poder comprobar con mis
propios ojos que me dice la verdad. Es verdad que voy a Galicia porque echo
mucho de menos a Agnes, pero sobre todo voy para comprobar muchas cosas con mi
presencia y sobre todo para ver si la convenzo de una vez de que ahora no podemos
vivir allí, que, si de verdad quiere quedarse para siempre, tendrá que escoger
entre Galicia o yo. NO quiero ser cruel, sólo quiero que esta situación se
defina de una vez. Estoy deseando estar con ella, es cierto, pero no voy a ser
tonta. No voy a tragarme cualquier mentira. Sé que Agnes es muy sincera,
muchísimo. Creo que lo es tanto porque su enfermedad no le permite mentir o yo
qué sé qué pasa, por qué no sabe mentir, pero no voy a tragarme cualquier excusa
y voy a pedirle que me diga toda la verdad. No sé qué va a pasar, pero sólo
espero que no haya más problemas y que Agnes entienda que lo mejor que puede hacer
es volver a Cataluña conmigo y sólo vivir en Galicia cuando de verdad tengamos
las dos un sueldo que nos permita subsistir.
Pero todo eso lo hablaremos dentro de unos días. Ahora sólo quiero
reencontrarme con ella, verla de nuevo, sentirla conmigo, mirarla a los ojos,
hablar con ella, recuperarla, vivir nuestros momentos más íntimos. La echo
tanto de menos que no puedo soportarlo. Mañana es el día nacional de Galicia,
así que seguramente estaremos fuera de casa durante todo el día porque ella me
dijo que irían a Compostela su madre, Lúa, ella y algunas vecinas más, así que
creo que aún falta para que llegue ese momento en el que podamos hablar con
sinceridad y seriedad. Por el momento, voy a intentar olvidarme de todo lo que
pasó antes de este día. Quiero demostrarle que aún la amo con locura. Tal vez
por eso me haya comportado así. Ya contaré qué tal nos va todo.
Wow, este capítulo es alucinante. Tenía muchas ganas de leer una entrada de Artemisa, para conocer lo que pensaba, su versión de la historia. Con lo que explica aquí, queda demostrado que son unos celos gigantes, lógicos si pensamos en la confesión de Agnes y por el tiempo que está pasando con Lúa, aunque está claro que está muy enferma de celos y tienen algo de irracional. Empieza explicando lo mal que se ha comportado con ella, que se arrepiente y que le quiere pedir perdón, pero poco a poco eso se va transformando y los celos salen a flote, hasta que acaba reconociendo que no se cree que no haya pasado nada entre ellas. Hasta en la entrada los celos están presentes, mutando con sus pensamientos. Otra cosa que me ha dolido leer es lo de que tienen que volver a Catalunya, que de momento no pueden vivir en Galicia "hasta que no tengamos un trabajo". Parece que no conozca a Agnes, no puede pedirle eso, ¿es que todavía no comprende lo que significa para ella vivir allí? La veo fría, muy terrenal, incapaz de ver más allá de "hacer las cosas bien, tener un empleo". Agnes tiene una casa allí, y seguro que Artemisa podría quedarse con ella y su madre. No les faltaría vivienda y el trabajo, seguro que aparecería. No sé, pero la veo con muy poca empatía, pensando solamente en ella. Desea que no hayan problemas, que Agnes lo entienda todo...pero eso lo veo casi imposible. No me imaginaba para nada que Artemisa fuese tan tozuda, de ideas fijas. Como siga así, perderá a Agnes...y se la ofrecerá en bandeja a Lúa. Ains, a ver cómo sigue esto, pero esa tormenta está cada vez más cerca, y miedo me da. Otra cosa que temo es que no le guste la aldea ni el lugar...a Artemisa le gusta los entornos naturales, pero es capaz de haberle cogido manía a aquello...no sé. A ver como sigue, pero de verdad que está muuuy emocionante. Me está encantando, Ntoch.
ResponderEliminarFinalmente Artemisa toma la decisión correcta y se va a Galicia, menos mal. Además, ha sido una cosa muy buena que hable con la madre de Agnes, porque en cierto modo tiene más credibilidad cuando dice que está desando verla, que la necesita, e incluso esa mentirita de que se volvería a Cataluña si Artemisa no viniera, pero es una mentira piadosa, de esas que no son verdad pero se le acercan, y además tienen un buen propósito. Claro, lo que viene a decir Artemisa es que ya no tiene celos de Lúa, bueno, unos poquitos, bueno no, muchos. Es natural. Agnes ha hecho todo lo posible para tranquilizarla, pero eso puede no ser suficiente hay motivos claros para ellos. Al fin y al cabo ¿qué es eso de que Lúa de gusta "un poco" pero que eso no influye en lo mucho que la quiere? ¿Cómo no va a influir? Así que la pobre Artemisa está en medio de toda esta vorágine, está yendo y quiere pensar que todo está perfectamente resuelto, pero no sé, no sé... el caso es que desde luego que tenía que ir, no hacerlo habría sido rendirse y dejar el campo libre. Su presencia va a contrarrestar la de Lúa, pienso yo, lo que hace que casi seguro tengan que chocar, ¿pasará así? Y si chocan, ¿qué partido tomará Agnes? En cierto modo Artemisa es lo estándar, lo lógico, lo conocido, lo casi obligatorio; y Lúa representa lo desconocido, lo aventurado, lo prohibido, la locura... Agnes, ¡ten cuidadito con lo que haces!
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