domingo, 14 de octubre de 2018

DIARIO DE ARTEMISA: LUNES, 8 DE OCTUBRE DE 2018


Lunes, 8 de octubre de 2018

Llevo ya dos días en Ourense y siento que cada vez estoy más convencida de que tengo que quedarme aquí a vivir. Es verdad que echo de menos a mi hermana, pero ahora mismo me encuentro mucho mejor que cuando estuve con ella en su casa. La semana pasada, yo estuve totalmente destrozada. Ahora, en cambio, estoy más motivada, con ganas de hacer cosas, de estudiar, de ordenar mis cosas en este nuevo piso. He empezado de cero, es cierto, cuando pensaba que no sería capaz de volver a hacerlo nunca más, y lo más importante es que lo he hecho sola, sin nadie. Antes tenía a Agnes, tenía su compañía, su ayuda y su propia motivación; pero ahora estoy solamente conmigo misma. Es verdad que mi hermana está ayudándome a llevar a cabo algunos trámites burocráticos, pero la mayoría de cosas las estoy haciendo yo sin que nadie tenga que ayudarme y eso me hace sentir muy orgullosa de mí misma. Sé que la gente que me conoce piensa que estoy arrastrándome mucho viniéndome a vivir al lugar donde precisamente vive la mujer que tanto amo; pero me da igual lo que piense la gente porque mi vida no le pertenece a esa gente que habla tanto, por mucho que me quieran y se preocupen por mí. Ahora siento que estoy viviendo mi vida ignorando todo lo que me da miedo. No es la primera vez que inicio una nueva vida en otro sitio cuando siento que tengo el alma destrozada. Es verdad que siempre huyo, pero, cuando un lugar se llena de tristeza y de recuerdos que nos hieren, lo mejor que podemos hacer es abandonarlo. No se hace falta mucho para iniciar una vida en otra parte. Sólo las ganas de hacerlo y sobre todo mucha valentía.

Sin embargo, a pesar de que me sienta llena de valentía, hay algo que no me atrevo a hacer: aparecer ante los ojos de Agnes. Llevo mirándola desde la distancia desde que llegué a Ourense. La he observado ya muchas veces mientras ella camina por las calles o se detiene un tiempo a observar el río, la he observado también sentada junto al Miño, entre los árboles, en la hierba, escribiendo muy concentrada mientras caía sobre ella un atardecer dorado y otoñal. Hace un tiempo muy bonito, un clima muy otoñal. Sé que ella percibe que alguien la sigue, pero, por suerte, cuando se gira extrañada y otea a su alrededor en busca de la materialización de sus sospechas, yo he podido esconderme enseguida. No me ha visto todavía. A veces, puedo esconderme porque ella no tiene la mirada enfocada hacia donde yo estoy. He tenido mucha suerte, pero tengo miedo a que se me esté agotando, por eso tengo que planear ya lo que voy a hacer, cómo va a ser nuestro reencuentro.  No quiero que sepa que la he estado espiando. Si se entera de que la he seguido y observado sin que se dé cuenta, se enfadará mucho conmigo porque Agnes no puede tolerar que se metan tan clandestinamente en su vida y que la observen sin que ella lo sepa.

Esta tarde, vi que tenía los ojos llenos de pánico. Me encontré con ella justo cuando ella salía del trabajo. Bueno, he de reconocer que yo me dirigí justamente hacia la calle donde estaba la cafetería sabiendo perfectamente que la vería salir de allí justo cuando llegase la otra mujer que trabaja allí. Esta vez, Agnes estuvo a punto de pillarme, pero supe ocultarme a tiempo. Suerte tengo de que en esta ciudad haya tantos árboles.

La seguí hasta la calle donde se encuentra el bloque de pisos donde vive con Lúa y entonces yo seguí mi camino. Durante ese trayecto, Agnes se volteó unas cuantas veces y miró asustada a su alrededor. Al ver que no había nadie al alcance de sus ojos, seguía caminando, pero yo notaba que cada vez estaba más estremecida de miedo. Se abrigaba con la chaquetita de punto que llevaba como si hiciese mucho frío, cuando la temperatura que hay es más bien otoñal, pero yo sabía también que ese frío se lo provocaba la desorientación que la dominaba. Además, la última vez que se giró dispuesta a encontrar a la persona que la seguía, al no ver a nadie se volteó y empezó a caminar más rápido, quizá con algo de rabia. Lo que yo me pregunto es cómo es posible que Agnes sea tan lista, tan sensible a lo que ocurre a su alrededor. Es increíble que pueda notar que alguien la sigue desde la distancia, a metros de distancia. También tengo suerte por gozar de una vista de lince, pero es que me sobrecoge que Agnes sea tan sensitiva. Es espeluznante que pueda captar tantas cosas. Quizás por eso pueda sentir las presencias de los que ya no están, porque tiene un sexto sentido muy poderoso que le transmite todo lo que ocurre a su alrededor. Ella me ha hablado muchas veces de cambios sutiles de temperatura a su alrededor, de vibraciones extrañas, de olores que nadie más percibe, de susurros que no se oyen, de palabras silentes que vuelan por el aire, de cosas que ni ella misma sabe explicar... Cuando alguna vez me ha echado las cartas, en cuanto ve cuáles son las que se descubren ante sus ojos, siento que lo sabe todo de repente, que no le hace falta pensar mucho para interpretar correctamente lo que le dicen las cartas. He sentido que capta perfectamente lo que yo experimento cuando me toma de la mano. Con tan sólo tocar a la gente, puede adivinar cómo se sienten los demás. Y lo que más me sobrecoge de todo es... es que percibiese el momento en el que yo me disponía a acabar con mi vida. Cuando la vi aparecer, pensé que estaba soñando, que aquellos momentos no eran reales. Sin embargo, fue Lúa quien se lanzó a mí para salvarme. Agnes se había quedado paralizada al descubrir cuán ciertas habían sido sus intuiciones y cuán fuertes eran mis intenciones.

Mi hermana me ha dicho que no piensa cogerle el teléfono a Agnes ni tampoco tiene intención de contestarle al whatsapp mientras a mí no me dé la gana de avisarla de que estoy en Ourense. Dice que mi actitud es ilógica y muy infantil y que, si Agnes está preocupada por mí, sólo es problema mío; pero no quiero que lo sepa todavía. Esta tarde, Agnes me llamó dos veces, pero no le cogí el teléfono porque estaba en la calle y me daba miedo que adivinase que estaba en Ourense al oír el sonido de los semáforos. Si hubiese estado en mi casa, pues se lo habría cogido.

Pero ya me he decidido. Mañana provocaré nuestro reencuentro. Iré a buscarla cuando salga del trabajo. No sé cómo reaccionará, pero tengo que ser valiente y ser capaz de enfrentarme a todo lo que pueda pasar. Tengo que ser sincera con ella. Si me pregunta si era yo quien la seguía, tendré que decirle que sí. Espero que no sea difícil que me perdone.

Y eso es todo por hoy.

2 comentarios:

  1. Pobre Agnes, la está volviendo loca jajaja. Esa sensibilidad tan especial se le vuelve en contra, volviéndola loca jajaja. Intuye que la siguen, que alguien la persigue y eso le da miedo, le aterra. No sabe si es cosa suya o síntomas de su enfermedad. No sé cómo Artemisa es capaz de ocultarse tanto tiempo, sin presentarse ante ella. Se está preparando, quizás para ser capaz de soportar un rechazo o que vuelva a sus brazos. Me hace gracia imaginarme a Artemisa escondiéndose tras los árboles mientras Agnes se gira sin entender lo que pasa jajaja. Estoy deseando saber que ocurrirá, cual será la reacción de Agnes. Si al verla, sus ideas cambien, su corazón se decida por fin, por ella o por Lúa.

    Ayy estoy deseando leer más, ¡quiero más tiempo para mi!

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  2. Tiene algo de cómica la situación, de travesura infantil. Artemisa ha llevado la situación al límite, ya no puede aguantar más así, comprendo perfectamente que su hermana se niegue a tener contacto con Agnes mientras Artemisa no le hable a las claras, porque sería ridículo hacerlo mientras tanto. Supongo que, de todos modos, esta situación le ofrece a Artemisa un cierto consuelo, porque se ha fabricado una escena en la que ella tiene el control, es decir, es ella quien conoce lo que pasa, y Agnes la víctima, por así decir, o mejor la parte más débil por falta de datos; así que supongo que Artemisa se siente un poquitín reconfortada con este juego del gato y el ratón; pero claro, no se puede mantener indefinidamente... ella misma comprende que tiene que romper el bucle y hablar con Agnes... una vez más. Veremos qué pasa, la razón diría que esta jugada no aporta nada nuevo y que el rechazo sería el resultado más lógico peroooo... como aquí nunca se sabe...

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