Lunes, 8 de
octubre de 2018
Llevo ya
dos días en Ourense y siento que cada vez estoy más convencida de que tengo que
quedarme aquí a vivir. Es verdad que echo de menos a mi hermana, pero ahora
mismo me encuentro mucho mejor que cuando estuve con ella en su casa. La semana
pasada, yo estuve totalmente destrozada. Ahora, en cambio, estoy más motivada,
con ganas de hacer cosas, de estudiar, de ordenar mis cosas en este nuevo piso.
He empezado de cero, es cierto, cuando pensaba que no sería capaz de volver a
hacerlo nunca más, y lo más importante es que lo he hecho sola, sin nadie.
Antes tenía a Agnes, tenía su compañía, su ayuda y su propia motivación; pero
ahora estoy solamente conmigo misma. Es verdad que mi hermana está ayudándome a
llevar a cabo algunos trámites burocráticos, pero la mayoría de cosas las estoy
haciendo yo sin que nadie tenga que ayudarme y eso me hace sentir muy orgullosa
de mí misma. Sé que la gente que me conoce piensa que estoy arrastrándome mucho
viniéndome a vivir al lugar donde precisamente vive la mujer que tanto amo;
pero me da igual lo que piense la gente porque mi vida no le pertenece a esa
gente que habla tanto, por mucho que me quieran y se preocupen por mí. Ahora
siento que estoy viviendo mi vida ignorando todo lo que me da miedo. No es la
primera vez que inicio una nueva vida en otro sitio cuando siento que tengo el
alma destrozada. Es verdad que siempre huyo, pero, cuando un lugar se llena de
tristeza y de recuerdos que nos hieren, lo mejor que podemos hacer es
abandonarlo. No se hace falta mucho para iniciar una vida en otra parte. Sólo
las ganas de hacerlo y sobre todo mucha valentía.
Sin
embargo, a pesar de que me sienta llena de valentía, hay algo que no me atrevo
a hacer: aparecer ante los ojos de Agnes. Llevo mirándola desde la distancia
desde que llegué a Ourense. La he observado ya muchas veces mientras ella
camina por las calles o se detiene un tiempo a observar el río, la he observado
también sentada junto al Miño, entre los árboles, en la hierba, escribiendo muy
concentrada mientras caía sobre ella un atardecer dorado y otoñal. Hace un
tiempo muy bonito, un clima muy otoñal. Sé que ella percibe que alguien la
sigue, pero, por suerte, cuando se gira extrañada y otea a su alrededor en
busca de la materialización de sus sospechas, yo he podido esconderme
enseguida. No me ha visto todavía. A veces, puedo esconderme porque ella no
tiene la mirada enfocada hacia donde yo estoy. He tenido mucha suerte, pero
tengo miedo a que se me esté agotando, por eso tengo que planear ya lo que voy
a hacer, cómo va a ser nuestro reencuentro.
No quiero que sepa que la he estado espiando. Si se entera de que la he
seguido y observado sin que se dé cuenta, se enfadará mucho conmigo porque
Agnes no puede tolerar que se metan tan clandestinamente en su vida y que la
observen sin que ella lo sepa.
Esta
tarde, vi que tenía los ojos llenos de pánico. Me encontré con ella justo
cuando ella salía del trabajo. Bueno, he de reconocer que yo me dirigí
justamente hacia la calle donde estaba la cafetería sabiendo perfectamente que
la vería salir de allí justo cuando llegase la otra mujer que trabaja allí.
Esta vez, Agnes estuvo a punto de pillarme, pero supe ocultarme a tiempo.
Suerte tengo de que en esta ciudad haya tantos árboles.
La seguí
hasta la calle donde se encuentra el bloque de pisos donde vive con Lúa y
entonces yo seguí mi camino. Durante ese trayecto, Agnes se volteó unas cuantas
veces y miró asustada a su alrededor. Al ver que no había nadie al alcance de
sus ojos, seguía caminando, pero yo notaba que cada vez estaba más estremecida
de miedo. Se abrigaba con la chaquetita de punto que llevaba como si hiciese
mucho frío, cuando la temperatura que hay es más bien otoñal, pero yo sabía
también que ese frío se lo provocaba la desorientación que la dominaba. Además,
la última vez que se giró dispuesta a encontrar a la persona que la seguía, al
no ver a nadie se volteó y empezó a caminar más rápido, quizá con algo de
rabia. Lo que yo me pregunto es cómo es posible que Agnes sea tan lista, tan
sensible a lo que ocurre a su alrededor. Es increíble que pueda notar que
alguien la sigue desde la distancia, a metros de distancia. También tengo
suerte por gozar de una vista de lince, pero es que me sobrecoge que Agnes sea
tan sensitiva. Es espeluznante que pueda captar tantas cosas. Quizás por eso
pueda sentir las presencias de los que ya no están, porque tiene un sexto
sentido muy poderoso que le transmite todo lo que ocurre a su alrededor. Ella
me ha hablado muchas veces de cambios sutiles de temperatura a su alrededor, de
vibraciones extrañas, de olores que nadie más percibe, de susurros que no se
oyen, de palabras silentes que vuelan por el aire, de cosas que ni ella misma
sabe explicar... Cuando alguna vez me ha echado las cartas, en cuanto ve cuáles
son las que se descubren ante sus ojos, siento que lo sabe todo de repente, que
no le hace falta pensar mucho para interpretar correctamente lo que le dicen
las cartas. He sentido que capta perfectamente lo que yo experimento cuando me
toma de la mano. Con tan sólo tocar a la gente, puede adivinar cómo se sienten
los demás. Y lo que más me sobrecoge de todo es... es que percibiese el momento
en el que yo me disponía a acabar con mi vida. Cuando la vi aparecer, pensé que
estaba soñando, que aquellos momentos no eran reales. Sin embargo, fue Lúa
quien se lanzó a mí para salvarme. Agnes se había quedado paralizada al
descubrir cuán ciertas habían sido sus intuiciones y cuán fuertes eran mis
intenciones.
Mi
hermana me ha dicho que no piensa cogerle el teléfono a Agnes ni tampoco tiene intención
de contestarle al whatsapp mientras a mí no me dé la gana de avisarla de que
estoy en Ourense. Dice que mi actitud es ilógica y muy infantil y que, si Agnes
está preocupada por mí, sólo es problema mío; pero no quiero que lo sepa
todavía. Esta tarde, Agnes me llamó dos veces, pero no le cogí el teléfono
porque estaba en la calle y me daba miedo que adivinase que estaba en Ourense
al oír el sonido de los semáforos. Si hubiese estado en mi casa, pues se lo
habría cogido.
Pero ya
me he decidido. Mañana provocaré nuestro reencuentro. Iré a buscarla cuando
salga del trabajo. No sé cómo reaccionará, pero tengo que ser valiente y ser
capaz de enfrentarme a todo lo que pueda pasar. Tengo que ser sincera con ella.
Si me pregunta si era yo quien la seguía, tendré que decirle que sí. Espero que
no sea difícil que me perdone.
Y eso es
todo por hoy.
Pobre Agnes, la está volviendo loca jajaja. Esa sensibilidad tan especial se le vuelve en contra, volviéndola loca jajaja. Intuye que la siguen, que alguien la persigue y eso le da miedo, le aterra. No sabe si es cosa suya o síntomas de su enfermedad. No sé cómo Artemisa es capaz de ocultarse tanto tiempo, sin presentarse ante ella. Se está preparando, quizás para ser capaz de soportar un rechazo o que vuelva a sus brazos. Me hace gracia imaginarme a Artemisa escondiéndose tras los árboles mientras Agnes se gira sin entender lo que pasa jajaja. Estoy deseando saber que ocurrirá, cual será la reacción de Agnes. Si al verla, sus ideas cambien, su corazón se decida por fin, por ella o por Lúa.
ResponderEliminarAyy estoy deseando leer más, ¡quiero más tiempo para mi!
Tiene algo de cómica la situación, de travesura infantil. Artemisa ha llevado la situación al límite, ya no puede aguantar más así, comprendo perfectamente que su hermana se niegue a tener contacto con Agnes mientras Artemisa no le hable a las claras, porque sería ridículo hacerlo mientras tanto. Supongo que, de todos modos, esta situación le ofrece a Artemisa un cierto consuelo, porque se ha fabricado una escena en la que ella tiene el control, es decir, es ella quien conoce lo que pasa, y Agnes la víctima, por así decir, o mejor la parte más débil por falta de datos; así que supongo que Artemisa se siente un poquitín reconfortada con este juego del gato y el ratón; pero claro, no se puede mantener indefinidamente... ella misma comprende que tiene que romper el bucle y hablar con Agnes... una vez más. Veremos qué pasa, la razón diría que esta jugada no aporta nada nuevo y que el rechazo sería el resultado más lógico peroooo... como aquí nunca se sabe...
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